Josep Maria Francàs Porti.twitter: @jmfrancas

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A raiz del procés y su parón temporal, son muchos los que además del PSOE, que arrastra al PP, ven del todo necesario actualizar nuestra Constitución. La verdad es que no parece lo lógico que nuestra Constitución solo se haya modificado por imperativo de la UE en dos ocasiones y ninguna por la propia evolución de los tiempos. La cuestan, por tanto, no es el hecho de modificar, sino el qué se persigue con estas modificaciones. Muy sesudos catedráticos están abundando, especialmente gracias al derecho comparado con otros países y a los frutos negativos de la actual Carta Magna, en ideas para esta reforma poniendo sobre el tapete cuestiones como son la igualdad real de todos los españoles, vivan dónde vivan, ya sea en servicios públicos y en costes impositivos. La mala experiencia de la deslealtad de los nacionalismos vasco y catalán también plantea hasta que punto hay que modificar las autonomías y, sobre todo, si es lógico que las competencias sean un menú a la carta, que se relaciona, más que con la razón, con la capacidad de algunos partidos de forzar concesiones a cambio de apoyo políticos. El reciente debate sobre el cupo vasco ha vuelto también a poner en solfa la discriminación entre Comunidades Autónomas que la propia Constitución legitima. Estos y más temas seguramente hacen más que necesaria una auténtica reforma constitucional.

No entiendo nada. Veo la necesidad de una reforma constitucional, pero me cuesta ver la posibilidad política. No es solo que las visiones de los partidos sean de lo más incompatibles,  sino que además, de la cátedra universitaria a la vida real es necesaria la aprobación del ciudadano convencido y no vencido, es decir de la política. ¿Votarían los españoles la supresión de las autonomía o el trasformar España en un Estado Federal? ¿Alguien me lo explica?