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Ha hecho falta una manifestación en Madrid convocada por más de 80 organizaciones y con una presencia, según las fuentes de entre 50.000 y 100.000, el que no llora no mama, para visualizar lo que está ocurriendo en la España no urbana; los datos hablan por si solos dado que en el 90% de la superficie del país solo reside un 20% de la población total. Si ya Europa y España también se está despoblando porque no nacen ni las ratas, el medio rural se despuebla hacia las ciudades, estas lo hacen hacia las capitales y de seguir así estas lo harán todas hacia las grandes capitales. Es chocante para los que vivimos el bluff de la ‘superpoblación’ que ahora nuestro problema sean los grandes espacios despoblados. En unos tiempos en que se habla del futuro del teletrabajo, de la gran virtud que tiene para la salud el aire limpio y del estrés que provoca la densidad de las grandes ciudades, es curioso que la ‘moda’, lo habitual, sea correr como locos a suicidarnos a las zonas masificadas.
Si algún sentido tiene el Estado es el de subsidariedad, llegar dónde los ciudadanos no llegan, amén del deber constitucional de que todos tengamos las mismas oportunidades. Si hay tele pública, está debe llegar a todos los hogares o no vale para nada; si la civilización y el estado del bienestar es educación, salud y servicios básicos (transporte, comunicaciones, banca, comercio básico), estos deben llegar a todos los ciudadanos y si ello cuesta dinero, que lo cueste, para esto sí está el Estado.
No entiendo nada. Si todos tenemos los mismos derechos y deberes, ¿por qué el Estado abandona lo no urbano? ¿Alguien me lo explica?
Porque últimamente el estado se ha convertido en una empresa y como tal su fin último es ser rentable, ganar dinero. Mariano sólo hablaba de macroeconomía, de rebajar el déficit con los acreedores, para eso se puso de acuerdo con Zapatero y durante su gobierno modificaron en un solo día el art. 135 de la Constitución por el que se anteponía el pago de la deuda a cualquier otro. Desde ese mismo momento, el dinero fue escaseando y perjudicando nuestra vida. El dinero de nuestros impuestos ya no iba en su totalidad a sufragar la sanidad, la educación y los servicios sociales, sino que en gran parte se marchaba para Bruselas para que la Troika nos considerase como buenos pagadores y no nos tirase de las orejas. Las consecuencias de esta metedura de pata por acojonamiento la estamos padeciendo ahora, porque también se dejó de invertir en infraestructuras y la gente fue emigrando a las grandes ciudades en busca de trabajo y comodidades, abandonando las zonas rurales donde la agricultura y la ganadería no daban lo suficiente para vivir, porque los intermediarios explotaban y siguen haciéndolo a los productores de verduras, fruta, leche y carne que como una mafia imponían sus precios, pagando una miseria por sus productos y haciendo inviable su producción. Así, las zonas rurales se han quedado casi exclusivamente para vacaciones de fin de semana en el campo para huir de la rutina y la aglomeración de las ciudades, donde hasta el respirar se hace dificultoso. Sí, el estado ha abandonado lo urbano porque el dinero que debería emplear en mantenerlo se lo lleva a Bruselas para pagar las trampas que ha ido echándose encima con su mala gestión y la corrupción durante todos estos años. Pero nos dejan votar cada cuatro años y nos dicen que somos privilegiados porque vivimos en una democracia.