Austeridad


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Cuando empezó la crisis, hace ya unos cuantos años, se habló de que habíamos “estirado más el brazo que la manga” y que la única solución posible era adaptarnos  a gastar mucho menos. Esa moderación, austeridad la llamamos, era aplicable a todo bicho viviente: familias, empresas y Estado.

Si repasamos la realidad, la austeridad familiar es un hecho. Exceptuando a los muy ricos, a esos les ha ido mejor, la clase media y la clase baja, han sido austeros por obligación. Con menos ingresos y la mayoría con deudas a sus espaldas, la única salida ha sido bajar gastos y así hemos hecho: vacaciones, viajes, saliditas, cenitas, ropa y demás han pasado a mejor vida. Las empresas, las pequeñas y medianas, ni te cuento. Además de esquilmar salarios y doblar jornadas, se han apretado el cinturón y, dueño incluido, trabajan como burros.

Y, ¿el Estado? Ahí cambia la cosa: de lo dicho poco o nada. Se habló de reducir la administración, de quitar duplicidades, de cerrar estructuras innecesarias. ¿Alguien ha visto algo de esto?

No entiendo nada. Acaba de aparecer un estudio del sindicato Unión Profesional acerca del gasto que suponen las televisiones públicas en España; en resumen, 17 entes públicos cuestan 1.877 millones de euros anuales con un share que no llega al 10%, ¿de qué austeridad nos hablan? ¿Alguien me lo explica?


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