De la crisis financiera a la crisis de la administración (y van 4)


No entiendo nada. Revisando textos antiguos de casi dos años -a la velocidad que vivimos no está mal- me doy cuenta que yo también me equivoque en el diagnóstico de la crisis en España. Siempre pensé que, además de la crisis financiera de ámbito mundial y la crisis del ladrillo específica de España, teníamos una tercera crisis que era la crisis de liderazgo, la crisis política, que hacía, entre otras muchas cosas, que nuestros políticos primaran siempre y en todo lugar el fin partidario a cualquier otro. Y ahí es donde me equivoqué, me faltaba una cuarta crisis que es como un peso muerto: o somos capaces de quitárnoslo de encima o nos hundirá haciendo imposible evitar el naufragio. Me refiero a la crisis del modelo administrativo que nos hemos dado, no por el modelo en sí, que no lo discuto, sino por cómo lo hemos aplicado.

Tengo para mí que el modelo administrativo español es simplemente el que hemos querido y que en nuestro país es tan estado el gobierno central como el autonómico o el local. Pero tengo para mí también que una buena administración no es la que más funcionarios tiene, sino que es aquella que con los funcionarios necesarios –los justos-administra más y mejor. Técnicamente podríamos decir que una buena administración es aquella que es más eficiente.

No soy nada optimista sobre los remedios que desde el gobierno de España se plantean para resolver las tres crisis, más bien intuyo que como primordial y casi único remedio se fían del paso del tiempo. Pero soy todavía más pesimista en la resolución del cuarto, pues como he dicho antes, esta crisis es un lastre y actúa como una losa que nos hará imposible levantar cabeza.

Informaciones publicadas recientemente nos hablan de que nuestra administración sigue engordando (las empresas municipales se han duplicado en solo tres años). El número de funcionarios sigue creciendo (en España se crean 125 puestos de funcionarios diariamente). Los gastos dependientes de la administración siguen subiendo (durante el pasado año las CC.AA. incrementaron más del doble las subvenciones a la televisiones autonómicas). Estos ejemplos -se podrían citar muchos más- no solo no auguran nada bueno sino que nos ratifican en que esta “cuarta crisis”, no sé si no está identificada pero no es combatida, y va a más.

Un estudio -del que recomiendo vivamente su lectura- elaborado por EAE Business School y titulado “El coste de la administración pública en España” ya nos alertaba no hace mucho de este desastroso fenómeno de crecimiento desmesurado y poco coherente con la realidad europea y, cómo no, con la crisis que nos carcome. En sus conclusiones afirmaba que el gasto y el tamaño del sector público en España han experimentado un acelerado crecimiento durante esta última década que se debe, principalmente, al crecimiento de la administración autonómica. Añadía el estudio un dato que me parece especialmente alarmante: el ratio entre gasto en personal (gente que administra) y gasto destinado a inversiones reales (cosa administrada) revela que hay administraciones autónomas que se quedan tan tranquilas dedicando al pago de nóminas 3 veces más euros que a inversiones reales.

Pocas veces mi “no entiendo nada” ha estado tan justificado como cuando analizo estos datos. Es por ello que pregunto a nuestros políticos, sin ninguna duda responsables –algunos de ellos- de este clamoroso desaguisado, lo siguiente:

 ¿Está justificado en plena crisis doblar la subvención a las TV autonómicas?

¿Está justificado en plena crisis incrementar el número de funcionarios?

¿Está justificado, con crisis o no, doblar las empresas municipales, consorcios, etc?

¿Cómo se explica que mientras en el global de la UE el número de empleos en el sector público ha disminuido, en España ha aumentado un 32%?

¿Cómo se explica que en España el coste salarial por empleado en el sector público excede en más del 20% el coste en el sector privado?

¿Cómo se explica que el coste de la administración pública sea un 20% superior en Extremadura que en Madrid?

¿Cuál es la ratio de eficiencia entre gastos de personal e inversiones reales administradas por éstos?


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