Etiquetas


Pablo-Iglesias2

Nunca pensé que en este tiempo en el que se especula con el fin de las ideologías, que no me creo, en la política española nos enzarzaríamos en cuestiones de etiquetas políticas. Abrir, como tema de campaña, un debate sobre que lo que es y quien representa a la socialdemocracia, me parece petulante o incluso más bien vacío. No estamos ante la batalla filosófica del nominalismo, sino simplemente en una fiesta pública de máscaras. Aquí se trata de disfrazar al lobo poniéndole piel de cordero. Se trata de quitar aristas, de endulzar lo amargo, de dar en definitiva gato por liebre. Es curioso que la legislación castiga las falsedades en las etiquetas comerciales y en cambio en las etiquetas políticas todos nos llevan al huerto. Al ciudadano qué le importa como uno se disfrace para venir a su casa; lo que quiere saber es con que intenciones llama a la puerta. Ni siquiera vale para nada lo que uno al presentarse manifieste; dado que hemos moralizado el engaño, la única manera de discernir con quien nos jugamos los cuartos es aplicar la frase tan evangélica como universal de: por sus frutos los conoceréis. De la misma manera que la pregunta no es ¿qué propone el PP?, sino ¿qué ha hecho el PP?, la pregunta no debe ser ¿de qué se disfraza Podemos? sino ¿qué sabemos que quiere Podemos, con quién se identifica, qué han hecho sus conmilitones dónde mandan?

No entiendo nada. Cuando uno dice una cosa y hace otra, ¿es de fiar? Cuando uno se disfraza para llevarme al huerto, ¿juega limpio? ¿Merece entonces mi voto uno que actúa así? ¿Alguien me lo explica?


Un comentario en «Etiquetas»

  1. Claro que no es de fiar. Por eso de Rajoy no se fia ni Dios. Ni sus devotos peperos, pero a esos les da igual, porque les mueve la fe. Disfrazarse no es tan grave como mentir, robar, calumniar y difamar, que es lo que ha hecho el PP con tanto rigor. Pero mira, a los devotos del PP ni los volquetes de putas les hacen titubear. El chico de la foto tiene potencial para cagarla, pero hay espacio para la duda. Con los otros tres no cabe ni la menor duda. Ya la han cagado. No vale la pena darles otra oportunidad.

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