El hecho es que a raíz de la «operación Campeón», supuestos arreglos entre Pepiño Blanco y el empresario Dorribo, apareció el llamado «caso de las ITV» con el presunto delito de tráfico de influencias de Oriol Pujol Ferrusola, secretario general de Convergència Democrática de Cataluña. Fruto de las investigaciones la Fiscalía Anticorrupción ha solicitado la imputación del portavoz de CiU en el Parlament de Catalunya.

La respuesta del heredero in pectore del ínclito Jordi Pujol, ni corto ni perezoso, ha sido la del manual del político acusado: relacionar su imputación con la defensa de Catalunya y, como no, con “el proceso histórico —de soberanía— que ha iniciado CDC”.

Ya estamos como siempre, recuerden el guión. Primero recordar que imputado no es culpable, lo cual es cierto. Segundo proclamar la inocencia amenazando al mensajero, es decir la prensa. Tercero hablar de conspiración, alguien me -nos- quiere mal. Cuarto envolverse en una causa política totalmente altruista y general -con otros muchos-, la soberanía catalana…

Si el proceso se enlentece o entra en vía muerta, no se habla más, ya ni media. Si el íter judicial sigue, primero uno aguanta en los cargos y cuando el enroque es ya insostenible se declara que, para no manchar a la causa y poder uno defenderse mejor, se aparta temporalmente de los cargos públicos que hasta ahora ostentaba. Al final… todo da igual. El personaje ya no pinta nada.

Recordemos que en este caso se trata, ni más ni menos, que de la persona designada para dar continuidad a la saga Pujol como Presidente de esta nueva nación de la UE que sería su Calalunya independent.

Cómo resalta el saber que el ministro británico de Energía, Chris Huhne, ha dimitido después de que la Fiscalía informase de que será procesado por intentar ocultar en 2003 una infracción de tráfico.

¿Entienden lo que nos pasa?