Juan Carlos Jimenez: ‘La absoluta arrogancia moral del progresismo militante no le permite aceptar la discrepancia’


Conversación tranquila de @jmfrancas con Juan Carlos Jimenez, catedrático de Historia del Pensamiento de la Universidad CEU San Pablo.

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JMF: ¿Cuál es el ‘pensamiento’ predominante en nuestros días?

JCJ: Evidentemente hay un predominio muy acusado de lo que podemos denominar pensamiento progresista, muy vinculado a su dominio casi absoluto de la universidad norteamericana y la capacidad de esta de generar lo que se puede denominar pensamiento global.

JMF: ¿Qué base filosófica tiene este pensamiento progresista?

JCJ: Básicamente el derivado de una lectura un tanto ligera del Mayo del 68. La idea de identidad subjetiva y de sujetos colectivos como núcleo de la igualdad frente a la clásica de igualdad individual de derechos y oportunidades y una idea de que la política crea en exclusiva la moral pública.

JMF: Incluirías aqui ecologismo, feminismo…

JCJ: Son esos nuevos ismos que la izquierda autodenominada progresista se ha apropiado para dar un contenido más moderno a su viejo discurso de clase, hoy inservible. El problema es que es una apropiación espuria, pero que el liberal conservadurismo le ha dejado hacer sin oponer un argumentativo propio.

JMF: ¿Sin oposición intelectual tendrán vía libre entonces?

JCJ: Son ismos imprescindibles para dar al progresismo ese carácter moral que exhibe, por eso no puede admitir alternativas. Hoy no existe la concurrencia de ideas alternativas sino una competencia por la primacía intelectual según la clásica diferenciación amigo/enemigo. Hay un indudable enfrentamiento cultural presidido por la total incomprensión mutua.

JMF: Y, ¿cómo se resuelve esto? ¿A dónde vamos?

JCJ: Sería muy tópico decir que volviendo a algunos consensos básicos. El problema es que esa absoluta arrogancia moral del progresismo militante no le permite aceptar la discrepancia, al tiempo que radicaliza la respuesta liberal conservadora que tiende a refugiarse en un nacionalismo cada vez más cerrado y excluyente. Si en los tiempos de la transición hizo fortuna el concepto de derecha civilizada, deberíamos aplicarlo ahora a la izquierda, que además se alimenta de esa tensión de radicalidad que vive todo el progresismo izquierdista en Europa y sobre todo en Estados Unidos.

JMF: ¿El contrapeso vendrá de los países de la órbita soviética?

JCJ: Rusia está ya sin duda en un sistema híbrido, en todo caso iliberal, y los países del Este europeo están en plena fase pendular en relación a su historia reciente de dictadura comunista, construyendo regímenes tradicionalistas y nacionalistas de difícil encaje en los estándares típicos de la UE. Por eso no parecen tampoco una solución. A mí modo de ver la solución pasa por un nuevo pacto de convivencia en un marcó de globalización avanzada que suponga la renuncia a esa superioridad moral que se autoconcede la izquierda y que ha supuesto la exclusión simbólica de una parte importante de los ciudadanos europeos y americanos. Esos mismos ciudadanos que se han refugiado en los radicalismos identitarios.

JMF: ¿Una renuncia de la izquierda a ser hegemónica y condicionar el futuro?

JCJ: Nunca ganará del todo porque la mitad de las sociedades desarrolladas son liberal conservadoras. Igual que estas nunca ganarán del todo porque la otra mitad de la sociedad es progresista. La diferencia es que desde hace cincuenta años la derecha liberal conservadora lo ha entendido mucho mejor que ese progresismo militante. Hoy la derecha está mucho más abierta intelectualmente a aceptar argumentos de la izquierda que al contrario, sólo hay que ver qué propuestas como el matrimonio entre personas del mismo sexo es ampliamente aceptado, u otras similares. Sin embargo la izquierda descalifica todo lo que no considera propio bajo el calificativo de fascista. O hacen ellos la transición hacia la moderación y la convivencia o ganan del todo e imponen su estructura de pensamiento como la única posible. Hoy no creo que existan más alternativas a medio y largo plazo.

JMF: Para entender esta situación actual, ¿qué momentos de la historia reciente es importante conocer?

JCJ: 1. La segunda posguerra mundial y el acuerdo tácito entre socialdemocracia y democracia cristiana para asentar la convivencia.

2. Mayo del 68 como momento simbólico de la ruptura de ese consenso y la radicalización de la juventud occidental que pone en cuestión el sistema occidental en su conjunto.

3 El fin de la descolonización y la aparición de nuevos referentes y sujetos revolucionarios.

4 El fin de la guerra fría y el triunfo de la democracia y la globalización.

5 El 11S con la aparición de un occidente vulnerable y el impacto de la globalización en las sociedades ricas occidentales.

JMF: Y, ¿qué personajes son los que han influido y vale la pena conocer?

JCJ: En el ámbito internacional junto a los clásicos occidentales, desde Adenauer a de Gaulle, pasando por Kennedy, a los que sumaría a Thatcher, Reagan y Juan Pablo II sin los cuales no es posible entender el fin de siglo. Fuera del mundo occidental es necesario conocer a Deng XiaoPing, el artífice de la China emergente. Por su importancia simbólica a Castro y al Che. Para conocer la actual Europa Merkel. En España el siglo XX ha estado dominado por Franco y la transición ha traído a dos presidentes fuertes como González y Aznar.

JMF: Entiendo la importancia de la caída del muro de Berlin, del fin de la Guerra fría, pero, ¿qué supuso realmente el 11S?

JCJ: Un cambio radical en la sociedad americana. La sensación de inseguridad radical y el cuestionamiento del papel de EEUU como potencia mundial. La respuesta militar pareció demostrar que el país seguía fiel a su condición de gran potencia, el fracaso de las campañas generó un creciente aislamiento mental y la idea de que EEUU había sido un perdedor de la globalización. Es la base de Trump y de la ruptura de la idea de nación compacta y homogénea que lidera el mundo.

JMF: Y ¿desde entonces no ha ocurrido nada clave tan significativo?

JCJ: Las crisis. La de 2008 es comparable sin duda con la de 1929. La provocada por el coronavirus todavía no es posible evaluarla. Sólo intuirla. Pero la de 2008 rompe las estructuras de las sociedades occidentales, es decisiva para acentuar su polarización y alimenta la ruptura de los consensos políticos y de pensamiento, cebando los radicalismo. En términos estructurales es una crisis que marca un antes y un después sin duda.

JMF: No has citado ningún personaje Ruso…

JCJ: Tienes razón, los clásicos los doy por demasiado sabidos, como Stalin. Quizás señalar a Gorbachov cómo el que personifica el derrumbe de La URSS luego solo hay uno que es Putin. Pero no creo que sea especialmente relevante como figura política aunque si como constructor de un nuevo nacionalismo y un nuevo orgullo ruso encaminado a recuperar para Rusia la condición de potencia, como mínimo regional y con claras tensiones globales.

JMF: ¿El futuro es China?

JCJ: Si consigue resolver algunos problemas básicos como su impacto medioambiental, o una mayor reducción de las desigualdades sociales y regionales, indudablemente sí. Pero esto genera un problema esencial como es la influencia que puede ejercer en el mundo un Estado totalitario que ignora conceptos básicos de derechos humanos.

JMF: ¿Ha pasado ya el tiempo de Europa?

JCJ: No tanto como para hablar de Europa como un lugar de vacaciones, pero ha perdido centralidad y no existe un proyecto serio de recuperación. La idea de la UE como un modelo exportable a otros espacios está hoy cuestionado y el Brexit es una herida que tardará mucho en cicatrizar. En los años 20 Spengler habló de la decadencia de occidente (en realidad de Europa) viendo los inicios de un proceso acelerado de excentralidad de Europa. Hoy ese proceso no ha hecho más que acelerarse y parece que de forma irreversible.

JMF: De hecho cuando me has hablado de personajes influyentes hoy en Europa has hablado solo de Merckel que está en retirada…

JCJ: Ya me gustaría poder citar a alguien más. La falta de líderes políticos genera una extraordinaria falta de liderazgo de la UE y una ausencia real de los grandes temas de la agenda global. Son líderes mediocres de sociedades que prefieren refugiarse en la aparente seguridad del estado de bienestar europeo antes que afrontar la situación de parálisis que vive hoy el continente. Si se pregunta hoy a las sociedades europeas quien preside la Comisión, ¿cuántos identificarán a von der Leyen? ¿Quién sabe algo del presidente del Consejo o del PE? Europa vive sin duda sus momentos más bajos desde los años cincuenta.

JMF: ¿Alguna luz para acabar la entrevista sobre nuestro país?

JCJ: El gobierno lo pone difícil pero en una situación como la que atraviesa España creo que ha emergido un interlocutor social importante en la figura de Garamendi que está a mi juicio dando a la patronal un aire de modernidad y de flexibilidad interesante. Los sindicatos de clase se han sumado lo que también es positivo y todavía subsisten ciudadanos y algunos medios de comunicación que apuestan por la libertad. En un ecosistema tan presionado como el actual, no es poco.

JMF: Gracias Juan Carlos, me quedo con esta luz, un abrazo y hasta pronto.

JCJ: Gracias a ti. Un abrazo


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