Juan Hernández: ’Se han institucionalizado espacios “judenfrei” gracias a la llegada al poder de Podemos’


Conversación tranquila de @jmfrancas con Juan Hernández, Director de Comunicación de ACOM (@ACOM_es)

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JMF: ¿Qué es ACOM?

JH: ACOM (Acción y Comunicación sobre Oriente Medio), es una organización española, aconfesional e independiente, que refuerza la relación entre España e Israel a través del trabajo conjunto con el gobierno, los partidos políticos y la sociedad civil. Nos inspiran valores universales: la defensa de los DDHH, las sociedades democráticas, las libertades civiles y el estado de derecho. Somos una organización con una estructura operativa reducida que desarrolla gracias al trabajo y apoyo de una importante red de activistas y colaboradores. Sus miembros son profesionales españoles pertenecientes a distintos sectores culturales, educativos y empresariales. Desarrollamos nuestra actividad en áreas esenciales: Comunicación, política, legal.

JMF: ¿Hay antisemitismo en España?

JH: Sostenemos que la principal amenaza antisemita en España proviene del espacio radical de la izquierda, bien es cierto que siguen persistiendo posiciones judeófobas posiciones muy marginales de la extrema derecha, pero su impacto y alcance es residual.

JMF: ¿La izquierda radical? Me resulta sorprendente…

JH: Lo particularmente grave es que se haya institucionalizado ciertos espacios “judenfrei”. Y esto se ha producido gracias a la llegada al poder, bien sea municipal, autonómico, etcétera, de Podemos hace 5 años. El antisemita moderno muta o disfraza su mensaje tras el “anti-sionismo”, como si actuase como parapeto para no reconocer que le niega a los judíos, y sólo a los judíos, ciertos derechos al estilo de los boicots ejercidos por los nazis, impulsados por las leyes de Nuremberg, se excluye a los judíos de toda participación en la vida política, económica, cultural, etc. de un país.

JMF: ¿Qué son espacios ‘judenfrei’?

JH: Un “espacio libre de judíos” y esto es lo que se ha venido haciendo con absoluta impunidad en España en los últimos años.

JMF: Pero cierta izquierda insulta a la derecha llamándola nazi y facha…, ¿qué hay más nazi que el antisemitismo?

JH: Cierta izquierda, como decía anteriormente, ha disfrazado el clásico discurso anti-judío tras una falsa narrativa de defensa de derechos humanos y demás dogmas inamovibles según su criterio. Curiosamente, todo lo que se salga fuera de ahí es automáticamente calificado como “nazi” o “facha”. El problema cuando se les pone frente al espejo, como, por ejemplo, denunciando sus comportamientos en los tribunales, donde reciben un varapalo tras otro por franca discriminación. Apoyan boicots judeofobos que simplemente representa el antisemitismo de siempre bajo un nuevo disfraz: el antisionismo, es decir negar a los judíos un país y el derecho a vivir en paz y seguridad. Derechos recogidos en numerosas resoluciones de Naciones Unidas. El Movimiento internacional BDS se hace pasar por un movimiento de derechos humanos, pero singularmente está obsesionado con Israel en particular y los judíos en general pues no discrimina para hacer boicot en cuanto a nacionalidad o ideología se refiere y esas actitudes no las encontramos en el espectro conservador en España, sólo en la extrema izquierda y el, desgraciadamente, cada vez más habitual silencio cómplice de quien teníamos como formación de contención en la izquierda de esos desmanes, el PSOE.

JMF: Pero, ¿qué hay en el fondo para mantener este antisionismo? ¿Qué les molesta?

JH: Les molesta el hecho de que el pueblo judío encuentre en Israel su hogar nacional seguro. El antisionismo no busca presionar a Israel para avanzar en la solución de los dos estados, sino acabar con el estado judío o, al menos, convertirlo en otro estado árabe de mayoría musulmana, lo que es la desaparición fáctica. Un antisemita no quiere judíos cerca. Pero es que un antisionista, no los quiere ni cerca, ni lejos.

JMF: Y porque les molesta eso, No les va, ni les viene…

JH: Porque el antisemitismo está infiltrado culturalmente en algunos estratos sociopolíticos. La izquierda, particularmente, ha hecho de esa causa una piedra angular: la demonización y deslegitimación de Israel y en su absoluta ceguera arrastrada desde hace décadas, les impide realizar un juicio equilibrado de la situación en Oriente Medio.

JMF: ¿Qué pasa en Oriente Medio?

JH: Que es necesario alcanzar un acuerdo de paz entra las partes, pero los dirigentes palestinos deben abandonar las posiciones maximalistas: Israel existe, y seguirá existiendo. Deben abandonar su apuesta por el terrorismo y la patología de la violencia. El problema es que esas actitudes tienen magnífica recepción por la extrema izquierda, que justifica la violencia y niega la legitimidad de Israel.

JMF: Me alucina que alguien vea progresismo en el Islam…

JH: Es algo de gabinete psicológico en algunos casos. El ejemplo concreto de Israel: más del 20% de la población es árabe, la religión musulmana dispone de absoluta libertad, igual que los cristianos (estos últimos, en proporción, el grupo socioeconómico con rentas más altas de Israel). Una democracia absolutamente equiparable a la nuestra. En territorios palestinos no hay un sólo judío y las comunidades cristianas han sido diezmadas hasta su práctica desaparición en algunas zonas, como Gaza. La Sharia se impone, las mujeres son sojuzgadas, las comunidades LGTBI perseguidas y asesinadas.., pero adivina donde pone el foco la extrema izquierda…

JMF: ¿Es verdad que en España en algunos ayuntamientos Podemos los ha convertido en ‘judenfrei’?

JH: Cierto. Las mociones han sido llevadas por Podemos a las instituciones, recibiendo el apoyo casi siempre del PSOE. Y otro actor esencial ha sido el separatismo, contando en Cataluña con un aliado clave de estas campañas de boicot (y en Valencia en las formaciones más extremas ligadas al pancatalanismo).

JMF: Y eso, ¿en pleno siglo XXI?

JH: Nosotros, como españoles amigos de Israel, observamos con mucha preocupación el establecimiento de un marco legal que excluía a los judíos de la vida pública. Decidimos llevarlo a los tribunales, y hemos ganado todos los casos. Incluso han recaído varias sentencias de tribunales superiores de justicia que reafirman la ilegalidad de esos espacios, ya que vulneran uno de los artículos fundamentales de la Constitución, el 14, además de otras regulaciones constitucionales.

JMF: ¿Es racismo esto y quizás delito de odio?

JH: Claramente, y seguimos peleando en los tribunales y con los legisladores para que reconozcan como tales esos comportamientos. Podemos y otras formaciones se han parapetado tras las instituciones para eludir responsabilidades penales personales, y hasta ahora, como decía, ese tipo de sentencias recae sobre las instituciones. Pero sí, lógicamente vamos a seguir trabajando para escalar la presión. Imagina, pongamos un escenario hipotético, que 58 municipios gobernados por Vox o el PP establecen una regulación que impide a, pongamos, marroquíes, desarrollar cualquier actividad económica, cultura, deportiva… con esa institución… Sería un auténtico escándalo. Probablemente la fiscalía actuaría de oficio y los responsables con su voto de esa regulación acabarían sentados en los tribunales… pues con Podemos, ERC, Compromis, CUP, BNG, PSOE etc, no pasa.

JMF: ¿En qué cosiste este ‘judenfrei’ en instituciones públicas españolas?

JH: Recogían en esas mociones una serie de exigencias y obligaciones que limitaba el acceso a israelíes o personas con cualquier tipo de relación o simpatía por Israel, hasta la completa expulsión de los procesos. Un ejemplo: ¿es usted una compañía israelí de teatro? Aquí no actúa.

JMF: ¿Cómo lo justifican?

JH: Desde la superioridad moral, no cabe otra. Claro, después se llevan el chasco en los tribunales, que, a fecha de hoy, siguen siendo el mejor marco de protección de las minorías.

JMF: Sigo alucinando…

JH: Ellos presentaban textos muy hostiles, violentos diría, llegando a marcar intereses concretos, con nombre y apellidos. Era tomar secuestrada la institución, pensando que es suya.

JMF: Juan, mil gracias y un abrazo, me has descubierto un mundo vergonzoso en plena Europa en el siglo XXI.


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