Me dice Ignasi Grau, director de OIDEL


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El Coronavirus ha sido un acto disruptivo de la educación alrededor del mundo. Más del 90% del alumnado se ha visto privado de clases presenciales según la UNESCO. El uso de las tecnologías y de la educación a distancia se ha acelerado a marchas forzadas debido a las circunstancias. Y a estas alturas, aún no queda claro cuando volveremos a la normalidad –si se vuelve-, ni bajo qué condiciones. Brevemente, esta crisis nos obliga a reflexionar sobre dos esferas arrinconadas, pero imprescindibles para una mejor realización del derecho a la educación en España: los padres y la educación permanente del profesorado.

Uno de los elementos que nos descubre esta crisis es la paradójica situación en la que se encuentran los padres. Por un lado, hemos observado el papel imprescindible que juegan en la educación de sus hijos, como pilares en el proceso de aprendizaje y como acompañamiento clave en el crecimiento de los menores. Durante estos días, las referencias a los progenitores en documentos de la UNESCO han aumentado significativamente. Por otro lado, a pesar de esta constatación hemos visto la poca consideración que se les continúa teniendo en el momento de pensar la reapertura de las aulas o en el primer borrador de la LOMLOE. Parece que el reconocimiento del papel de los padres se reconoce cuando ha interesado por criterios de práctica inmediatez. Así pues, se ha vuelto rápido a la desconfianza en el momento en que se ha perdido el sentido de urgencia. Este problema no es solo un problema español, pero en España es paradigmático. El que fue mi jefe durante años decía que hacer protagonistas a los padres de las políticas educativas es un buen indicador de la confianza que los gobiernos tienen en sus ciudadanos. Esta crisis pone de manifiesto cierto recelo en las decisiones y acciones de los padres por parte del gobierno que impiden una realización completa del derecho a la educación.

La segunda gran paradoja que nos revela el COVID es relativa a la formación continua de los profesores. El Objetivo 4 relativo a la educación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en los que tan comprometidos está este Gobierno, subraya la importancia de “promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”. Hemos observado durante esta crisis las dificultades de un número no menospreciable de docentes de adaptarse a esta situación de confinamiento a distintos niveles: falta de conocimiento de materiales TIC, desconocimiento de metodologías de aprendizaje a distancia, falta de recursos para evaluar los conocimientos. En España, como en gran parte del mundo, el aprendizaje continuo del personal docente es una asignatura pendiente, y con esta crisis ha quedado aún más patente. En un mundo que se transforma muy deprisa, el COVID nos recuerda la importancia de establecer marcos en los que los maestros puedan aprender tanto herramientas, como contenidos para preparar a los nuevos ciudadanos del siglo XXI. 

No es fácil, se puede ser optimista, pero para ser optimista hay que ponernos a trabajar.


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