Si la política no lo impide, según parece hasta esto es politizable, Madrid podrá exhibir una tumba con restos de Miguel de Cervantes, el más grande escritor en lengua española, al igual que otras ciudades  hacen gala de las tumbas, bien poco comprobadas, de próceres de las distintas artes. Que sepa yo, Cervantes no es ni se pretende que sea Santo y por tanto no estamos hablando de reliquias religiosas sino simplemente de un lugar donde poder homenajear al genio del Quijote.

Es evidente que la certeza absoluta difícilmente se da en nada, no porqué  la verdad no exista sino porque las maneras de acercarse a ella en muchos casos aún son limitadas. Se habla por eso de certezas matemáticas, cuando la matemática prueba un determinado hecho, certezas históricas, cuando es la historia la que lo hace y así muchas más. A falta de la prueba de ADN, casi imposible de realizar en este caso, la certeza biológica es impensable. No así la certeza histórica, la arqueológica y la antropológica que han sido del todo concluyentes: “son muchas las coincidencias y no hay discrepancias» hasta tal punto que uno de los responsables del proyecto, el profesor Etxeberria pudo asegurar «estamos convencidos de que entre esos fragmentos tenemos algo de Cervantes». Fin de la cuestión.

No entiendo nada. Si hay certeza según la historiografía, la arqueología y la antropología de que hay restos de Cervantes en el Convento de la Trinitarias de Madrid, ¿para qué esperar para honrar al escritor una confirmación de certeza divina? ¿Alguien me lo explica?