De Bruselas a Estremera


Soy de los que piensa que poner a caer de un burro a Bélgica, a la justicia belga, los jueces belgas, los fiscales belgas y a las prisiones belgas, no justifica para nada lo que ocurra en España. De la misma manera que no acepto que, para criticar las ideas de un personaje, usemos su genealogía y si su padre fue o dejo de ser, igual me pasa con los países aunque estos me importan menos.  Pienso que desgraciadamente a Puigdemont le esta ocurriendo lo que los niños pequeños que siguen y siguen haciendo tonterías, cuanto más se les ríen las gracias. Valdría la pena plantearse que tanto él, como la caterva de mediocres que agracias a él pululan por los medios de comunicación españoles para hablar de sus chiquilladas, fueran quedando en casa.

La realidad es que la estrategia del nacionalismo catalán, a pesar de sus limitados protagonistas, le da cien mil vueltas a la nula, cuanto no improvisada, estrategia de nuestros sesudos dirigentes. No solo reímos le las gracias al maleducado chaval sino que además las vamos justificando y publicitando. Si la justicia del país de los mejillones quiere saber como son nuestras cuarteles y demás, pues se les contesta y a otra cosa mariposa. Quizás, y siendo bien pensado como soy, quieran saberlo para rebatir los argumentos de victimismo que a buen seguro esgrimirán los prófugos aquí citados. Amen de una cárceles que más bien chocan por su confort, España tiene sol y los presos, si se comportan, pueden incluso gozarlo; cosa que en Bélgica no deja de ser un lujo.

No entiendo nada. ¿No es hacer un pan como unas tortas tener un Parlament lleno de ‘carnes’ de juzgado? ¿Alguien me lo explica?


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