La caña, no el pez


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La Intervención General del Estado ha dado a conocer que el gasto público total en España en subvenciones ha sido en 2014 de más de 6.676 millones de euros es decir un 32,3% más que el año anterior. La explicación es más que simple: todos sabían que en 2015 era año electoral. El que sea comprensible no implica que sea aceptable, sobre todo si entendemos que probablemente la subvención sea el modo más burdo de tirar el dinero. Difícilmente precisa de subvención aquello que es viable y difícilmente es viable aquello que necesita subvención. Cuestión bien distinta es la ayuda fiscal, el quitar losas y peajes, al que se arriesga a emprender, pero el subvencionar es un brindis a lo inútil.

Podríamos pensar que este modo de proceder concretado en tirar del dinero público para atraer votos es solo propio de la Izquierda, pero basta ver los datos para darse cuenta de que el mal se extiende solo y que las malas prácticas son universales de la tan traída ‘casta’. Si bien Andalucía, paraíso de la subvención y la paguita ha disparado este gasto en un 25%, Castilla-La Mancha lo ha incrementado en un 30,6%. El Estado, paladín de la merkeliana austeridad y el gran predicador del apretarse el cinturón, ha tenido la desfachatez de incrementar este gasto en un 147,6%. Y después se quejan de ser llamados casta. Curiosamente la socialista Asturias ha disminuido sus subvenciones en un 33% y la popular Galicia en un casi 39%, lo cual indica que este mal gobierno no está siempre en el ADN de las siglas sino en la incapacidad de algunos para liderar sin gasto.

No entiendo nada. Si ya Gandhi explico que es mejor facilitar la caña que dar el pez, ¿cómo es posible que en pleno S.XXI no entendamos que regalar dinero solo desincentiva la responsabilidad y el esfuerzo? ¿Alguien me lo explica?


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