Tuitter:@jmfrancas TikTok: https://www.tiktok.com/@josepmariafrancas blog: https://www.noentiendonada.es, Facebook: facebook.com/jmfrancas YouTube: https://www.youtube.com/channel/UCUGcEzxyMJwuOCBNnjwPDxg?view_as=subscriber Canal de Telegram: https://t.me/joinchat/AAAAAE9v5rySdN0b09ak1Q
¿Qué propiedades tendría que tener el nuevo gobierno para hacer de España una democracia plena y consolidada?
Cambio radical en las personas
Por delante siempre la tan mentada e imprescindible división de poderes para que exista una democracia y la clara distinción, por lo tanto, entre judicial, legislativo y ejecutivo. Pero no solo. Aunque lo primordial e imprescindible sea esa separación de poderes y la no-influencia entre estos, no solo la imparcialidad bastaría, ya que es precisa la buena preparación, la dedicación total al bien público, la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, la no-división en clases, y menos aún la exclusión por ideologías, unos ciudadanos mejores que otros. No puede haber democracia donde se impone una opinión ideológica que excluye las demás y que divide e incluso presume de levantar muros entre ciudadanos. Muros, separación, división, que se extiende ahora a los territorios, regiones, comunidades autónomas. Romper la unidad de un país, favorecer independentismos, financiar de manera desigual e interesada a unas comunidades que a otras, rompe también la democracia.
Para garantizar esta, nos dotamos en su día de una Constitución votada muy mayoritariamente por todos los españoles de todos los territorios y ahora se diluye, se rompe, se la corrige por la puerta de atrás y respondiendo a los intereses personales de un gobierno, lo que agrava más la situación todavía.
Por lo tanto, es evidente que vivimos una pseudodemocracia. Podemos hablar de corregir o derogar leyes en un nuevo gobierno o crear otras nuevas, de modificar una muy mala ley electoral, de suprimir el lenguaje inclusivo o ejercer de forma eficaz la oficialidad de la lengua oficial de España, que es el español, que es la lengua de todo el Estado, respetando lenguas autonómicas, pero nunca convirtiéndolas en preponderantes y excluyentes.
Pero aun con todo esto, no lo considero suficiente. Medidas, muchas, dada la situación actual plagada de privilegios y corrupción, no bastaría un solo decálogo, ni dos, ni una treintena de cambios. Hay un factor primordial e imprescindible: la responsabilidad, la preparación, la entrega, la formación y la experiencia del gobierno. Conocimientos adecuados en la faceta que a cada uno corresponde desarrollar y eliminar, por lo tanto, la sujeción plena a unos partidos políticos que no eligen por características inherentes al conocimiento de aquellas materias que están obligados a desarrollar y a ejercer con eficacia, mejorando los proyectos actuales y creando unos nuevos.
Por lo tanto, la primera criba democrática estaría en las elecciones dentro de los propios partidos. Democracia endógena, y no por el vasallaje y el servilismo que hoy vivimos en una auténtica batalla en la que se demuestra que los cargos políticos han presentado currículos falseados. Por lo tanto, es clara la irresponsabilidad de los propios partidos políticos que no han sabido ejercer las cribas necesarias.
La propia Constitución otorga un poder primordial a los partidos políticos. Son instrumentos fundamentales para la participación política. Concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular. Nos dice la Constitución en su artículo 6. ¿Acaso son democráticos los partidos políticos? ¿Participan activamente sus miembros en las tomas de decisiones? ¿O dicen amén a las órdenes de un jefecillo?
De raíz, habría que cambiar los propios partidos políticos para que pudiéramos vivir en una democracia real. La elección de las personas por su capacidad, con la idea del bien público siempre por delante, y que la política es un servicio, no un beneficio, no un medio de vida y mucho menos de enriquecimiento, es, por lo tanto, clave, y no la pléyade de políticos burócratas instalados en los cargos años y años, convirtiendo la política en su único medio de vida. Y, en muchos casos, es el único trabajo que han ejecutado —porque, si se puede llamar así— al que ejercen en la actualidad, ya que de otro trabajo y de otras responsabilidades no los conocemos en la mayoría de los casos.
Cambio, derogación de leyes, sí, hay que hacerlo, cuanto antes mejor, porque el deterioro es galopante, pero por encima de todo, el cambio de personas y de los propios partidos políticos. No es la democracia un hombre y un voto, sino el ejercicio responsable, libre, objetivo e independiente en el bien de la comunidad de España, quererla, ir mucho más allá. La democracia la quieren, la practican, la viven las personas y, repito, va más allá que la corrección de unas leyes. Se necesita un cambio total.
Carmen Lovelle, exalcaldesa de Verín, fue diputada autonómica en el Parlamento Gallego y Senadora de España.