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¿Qué prioridades debería tener el nuevo Gobierno para hacer de España una
democracia plena y consolidada?
La pregunta refleja que ese nuevo Gobierno no sería del PSOE. También que la España
actual no es una democracia plena y consolidada. Sería un nuevo Gobierno que nacería
del acuerdo entre los dos partidos mayoritarios de la oposición, bien gobernando juntos
o uno de ellos apoyando al otro, al más favorecido en las elecciones previas. Llegaría al
Gobierno “la alternativa”; eso es democracia. Lo que el sanchismo, utilizando trampas,
quiere impedir desde usos autocráticos.
No entraré en demasiadas pormenorizaciones.
El nuevo Gobierno, en sus primeros días, deberá anunciar la derogación de todas las
leyes ideológicas y nocivas del sanchismo, empezando por la ley de Memoria
Democrática, una afrenta a la realidad como fue, a los ciudadanos y a los historiadores,
que son quienes reflejan y valoran la Historia, con mayúscula, y no esa barbaridad de
reducir nuestra realidad histórica a una pugna inducida de buenos y malos, a juicio
cainita e ideológico del Gobierno. Sería un primer paso para la superación del
guerracivilismo como arma de enfrentamiento, iniciado por Zapatero y sublimado por
Sánchez. Igualmente se revisará la política de ayudas y subvenciones (desde sindicatos
y organizaciones empresariales, hasta todo tipo de entidades públicas y privadas) que no
serán vías para comprar voluntades.
El nuevo Gobierno habrá de cuidar, desde la verdad, la gestión económica en una
España que recibirá empobrecida y sangrada a impuestos, desde consideraciones falsas,
como el número de parados, la capacidad emprendedora, la inversión, y nuestro peso
económico en el mundo. Sobre esto y otras realidades económicas se nos ha mentido
desde una desvergüenza criminal. El sistema de financiación deberá ser igual para todas las Comunidades Autónomas.
El nuevo Gobierno deberá hacer público el estado real de la economía y no caer en
trampas anteriores, como ocultar la situación penosa que recibe. El ciudadano deberá
conocer la verdad. Es necesario un apoyo decisivo a la pequeña y mediana empresa,
ahora despreciada y a menudo colapsada por los impuestos. Reducción drástica y
rigurosa de impuestos.
El nuevo Gobierno deberá gastar mucho menos, promoviendo leyes presupuestarias
coherentes con la realidad y acabando con las alegrías ideológicas del sanchismo. La
primera medida será constituir un Ejecutivo reducido buscando la eficacia,
compensación, y coherencia entre los departamentos ministeriales Todo lo contrario a lo
que hemos visto en los últimos gobiernos.
El nuevo Gobierno habrá de rescatar pasadas decisiones positivas que el sanchismo
condenó al olvido o suprimió. En esta situación se encuentran el tan necesario Plan
Hidrológico Nacional y el apoyo a la energía nuclear, vital en Europa y condenada hoy
a su desaparición en España. Igualmente habrá que afrontar una reindustrialización
progresiva rescatando planes y planteamientos despreciados por los últimos gobiernos.
Y una atención singlar a la agricultura y la ganadería, hoy tan olvidados.
El nuevo Gobierno deberá garantizar una Justicia independiente y hacer cumplir la ley
en todo el territorio nacional. Es democráticamente impresentable que haya leyes y
sentencias judiciales que no se cumplen en Cataluña, y que se haga arma política de
ello. La defensa y garantía de la separación de poderes es una de las esencias de la
democracia y hoy esté en grave riesgo.
El nuevo Gobierno deberá promover una nueva ley Electoral justa que impida que
partidos políticos puedan, presentándose en una sola Comunidad Autónoma,
condicionar los gobiernos nacionales con porcentajes de apoyo ridículos. Una nueva ley
de Partidos Políticos garantizará que no sean legales aquellos partidos que promuevan la
destrucción de la unidad nacional que protege la Constitución. Se vigilará especialmente
la acción de las llamadas “embajadas” de Comunidades Autónomas. Hay ejemplos
europeos en los que deberíamos mirarnos.
El nuevo Gobierno, basándose en la Constitución, hará respetar y defenderá la lengua
común, respetando su uso en sus Comunidades. Que en el Congreso de los Diputados se
usen traductores es una afrenta a la Constitución, muy clara en este sentido Introdujeron
las distintas lenguas territoriales en el Senado, pero es igualmente inconstitucional.
El nuevo Gobierno asegurará la propiedad privada, reflejada en la Constitución, y
promoverá una ley que evite la ocupación de viviendas y, de producirse, que el desalojo
se realice de inmediato. Una política de vivienda realista, destinando a tal fin el ahorro
del gasto estatal que se propone, deberá garantizar a los jóvenes la posibilidad de
emanciparse.
El nuevo Gobierno dará un giro a su política exterior, especialmente cercana a
Hispanoamérica, y mantendrá relaciones de normalidad con Estados Unidos y las
grandes potencias, eludiendo el posicionamiento con dictaduras de Hispanoamérica
cuyo radicalismo y ataques a España son una negación de su propia historia.
El nuevo Gobierno mantendrá una política de inmigración justa y abierta. No seguirán
en España lo inmigrantes que cometan delitos y se limitarán las acogidas a la capacidad
real.de absorción
El nuevo Gobierno prestará especial atención al llamado cambio climático. Rigurosa,
realista y normalizada, sin desatender desde la exageración, el cuidado de los cauces de
los ríos y torrentes, la fauna y la flora. Como ejemplo de anormalidad, no han faltado
quienes acusaran de desatención al cambio climático los recientes incendios o las altas
temperaturas. En el verano de 1957, y así lo recoge la prensa de la época, se alcanzaron
50 grados en La Mancha, y todavía nadie sabía qué era el cambio climático; no existía.
Hay que separar un asunto natural del mensaje ideológico, un recurso más de la
izquierda.
Quedan un sinfín de propuestas en el tintero.
Juan Van-Halen. Escritor, periodista, académico correspondiente de la Historia y de Bellas
Artes de San Fernando. Senador en seis legislaturas. Su último libro: “Donde nombras la lluvia» (poesía). Ha concluido “Elogio de la incorrección política. Crónica del sanchismo hacia la autocracia” (ensayo).
Este señor no se cansa de escribir en contra de VOX
Pues todo esto que el recomiéndasela no va a cambiar quizás algo en el sentido de acercarnos a una democracia plena y consolidada, pero ¿seguro que es esa la dirección a la que supongo quiere llegar, es decir, a un sistema que resuelva prioritaramente los problemas reales de la gente y administre con eficiencia correctamente los recursos a su disposición? Pues no. Es más de lo mismo pero peor. Me explico. Las acciones o medidas se dividen en dos: las correctas y las incorrectas. Además, importante, ambas se pueden hacer bien y mal. De ahi surge que se pueda hacer algo muy mal y será mejor que hacerlo muy bien, siempre y cuando sea la correcta. Si las correctas te llevan al cielo y las incorrectas al infierno, más vale hacer las correctas mal, que las incorrectas muy bien.
Dicho esto, el pretender una democracia plena y consolidada es la incorrecta. Principalmente porque para que funcione esa teoría antes la población tiene que sufrir un cambio cultural importante que ni siquiera se plantea. ¿Alguien me puede nombrar asi de memoria un sólo presidente de Suiza? Uno sólo. ¿Por qué siendo suiza siempre un país en los top 10 de calidad de vida, nadie sabe quien ni como se gobierna? Simplemente, porque su sistema es sin duda diferente y esa diferencia nace de la cultura de aquellas personas. Cuando tu puedes comprar en una chicota desatendida a pie de una perdida carretera comarcal suiza la leche, quesos, vino, pan o lo que buenamente el agricultor de turno tenga que ofrecer de su huerto, sin que nadie te atienda y donde pones el dinero de tu compra en una cajita y de ahi tambien te comes tu cambio y eso funciona un día si y otro tambien, pues eso es parte de la cultura que te lleva a un gobierno como el suizo. Mi jefe suizo me comentaba, que los suizos como humanos que son, no son menos corruptos que los españoles, la diferencia reside en que su sistema, el modelo, no les deja ser corruptos. Punto. Por lo tanto, la solución NO pasa por cambiar a Sánchez, Feijoo, Abascal o Díaz o PSOE, por PP Vox o lo que sea, sino de cambiar el modelo, el modelo del sistema.
Por tano, la primera cuestión es hacer entender a los que votan lo que es un sistema , cuales son sus características y para que sirve y como funciona. De la manera más fácil posible. De ahi todo el mundo con dos dedos de frente -lo siento Yolanda, esto no es para ti, ya hablaremos- se dará cuenta por si mismos (que es la mejor manera de darse cuenta) que el verdadero problema reside en que el sistema bien entendido es el que no funciona y de ahi nuestros problemas. Desde los más personales hasta los de todo nuestra civilización.
Genial, ya todo el mundo apunta al sitio correcto. De nada sirve tener la mejor puntería del mundo si se está apuntado a la diana equivocada. Pero ahora qué? La siguiente incógnita hacia nuestro bienestar es el identificar el mejor sistema que sustituya al actual de esta democracia participativa universal. Bien, buenas noticias, porque ese sistema ya existe y se llama el modelo de sistemas viables desarrollado por Stafford Beer, una de esas mentes geniales que dio el siglo pasado. Este modelo es el resultado de adaptar el sistema de control y regulación más sofisticado del mundo -nuestro sistema nervioso con todos sus ingredientes- a la gestión y diseño de organizaciones sociales, como pueden ser una familia, una empresa, ayuntamiento, gobierno, hospital etc.
y la tercera incognita a resolver, es la invaluable cuestión de como pasar de un sistema antiguo y desfasado a punto del colapso por otro nuevo, mejor y correcto con el menor coste de recursos y dolor posible. Bien, buenas noticias de nuevo, ya que esa herramienta ya existe y es una tecnologia social denominada syntegration, también desarrollada por Stafford Beer con inputs de Buckminster Fuller, McCulloch y Heinz von Foerster por un lado, Frederic Vester, Fredmund Malik por otro.
Total, que tenemos la suerte, que por primera vez en la historia de la humanidad tenemos a mano la solución antes incluso de que se produzca el colapso que irremediablemente va a ocurrir si medimos el estado actual de la sociedad, economía, arte y cultura desde el punto de vista del modelo de sistemas viables, desde el punto de vista de los sistemas y su dinámica, de los modelos de control y regulación de sistemas complejos como las organizaciones sociales.
Ahroa toca reunir el capital suficiente para iniciar la campa de información, organizar la estrategia de hacernos con los compromisarios de todos los partidos y que lo entiendan y que estos voten a su secretario general y tengamos por fin un presidente o un gobierno que independientemente del color, aplique estos principios y leyes científicas, cambie la constitución porque tendrá el apoyo de todos los otros diputados ya que todos saben ya de lo que va la cosa y que al final, ellos se podrán poner la medalla y hacerse la foto (eso es innato) de haber conseguido ese cambio necesario. Y de nuevo, todo empieza en informar al pueblo porque el pueblo es el poder y si el poder es el pueblo el cambio io empieza contigo!!
Madre ia la dislexia. Aqui el texto corregido. Disculpas.
Pues iba diciendo que …todo esto que él recomienda no va a cambiar quizá nada en el sentido de acercarnos a una democracia plena y consolidada. Y me pregunto: ¿seguro que esa es la dirección a la que, supongo, quiere llegar? Es decir, ¿un sistema que resuelva prioritariamente los problemas reales de la gente y administre de manera eficiente y correcta los recursos a su disposición? Pues no. Es más de lo mismo, pero peor. Me explico.
Las acciones o medidas se dividen en dos: las correctas y las incorrectas. Además —y esto es importante— ambas se pueden hacer bien o mal. De ahí surge que se pueda hacer algo muy mal y aun así sea mejor que hacerlo muy bien, siempre y cuando se trate de la opción correcta. Si las correctas te llevan al cielo y las incorrectas al infierno, más vale hacer las correctas mal que las incorrectas muy bien.
Dicho esto, el pretender una democracia plena y consolidada es la opción incorrecta. Principalmente porque, para que esa teoría funcionara, antes la población tendría que sufrir un cambio cultural profundo que ni siquiera se plantea. ¿Alguien puede nombrarme así, de memoria, a un solo presidente de Suiza? Solo uno. ¿Por qué, siendo Suiza siempre un país en el top 10 de calidad de vida, nadie sabe quién ni cómo se gobierna? Simplemente, porque su sistema es sin duda diferente y esa diferencia nace de la cultura de su gente.
Cuando puedes comprar en una chocita desatendida, a pie de una perdida carretera comarcal suiza, leche, quesos, vino, pan o lo que buenamente el agricultor de turno tenga que ofrecer de su huerto, sin que nadie te atienda, y donde dejas el dinero en una cajita y tomas tu cambio —y eso funciona un día sí y otro también—, eso es parte de la cultura que permite un gobierno como el suizo. Mi jefe suizo me decía que los suizos, como humanos que son, no son menos corruptos que los españoles; la diferencia es que su sistema, el modelo, no les deja ser corruptos. Punto.
Por lo tanto, la solución no pasa por cambiar a Sánchez, Feijóo, Abascal o Díaz, o a PSOE por PP, Vox o lo que sea, sino por cambiar el modelo: el modelo de sistema.
La primera cuestión, entonces, es hacer entender a quienes votan qué es un sistema, cuáles son sus características, para qué sirve y cómo funciona. De la manera más simple posible. A partir de ahí, cualquiera con dos dedos de frente —lo siento, Yolanda, esto no es para ti, ya hablaremos— se dará cuenta por sí mismo (que es la mejor manera de darse cuenta) de que el verdadero problema es que el sistema, bien entendido, no funciona. Y de ahí derivan nuestros problemas, desde los más personales hasta los de toda nuestra civilización.
Genial, ya todo el mundo apunta al sitio correcto. De nada sirve tener la mejor puntería del mundo si se está apuntando a la diana equivocada. Pero, ¿y ahora qué? La siguiente incógnita hacia nuestro bienestar es identificar el mejor sistema que sustituya al actual de esta democracia participativa universal. Bien, buenas noticias: ese sistema ya existe y se llama Modelo de Sistemas Viables, desarrollado por Stafford Beer, una de esas mentes geniales que nos dio el siglo pasado. Este modelo resulta de adaptar el sistema de control y regulación más sofisticado del mundo —nuestro sistema nervioso, con todos sus ingredientes— a la gestión y diseño de organizaciones sociales como familias, empresas, ayuntamientos, gobiernos, hospitales, etc.
La tercera incógnita a resolver es la invaluable cuestión de cómo pasar de un sistema antiguo y desfasado, a punto de colapsar, a otro nuevo, mejor y correcto, con el menor coste de recursos y de dolor posible. Nuevamente, buenas noticias: esa herramienta ya existe y es una tecnología social denominada syntegration, también desarrollada por Stafford Beer con aportaciones de Buckminster Fuller, McCulloch y Heinz von Foerster por un lado, y de Frederic Vester y Fredmund Malik por otro.
En resumen, tenemos la suerte de que, por primera vez en la historia de la humanidad, tenemos a mano la solución antes incluso de que se produzca el colapso que irremediablemente ocurrirá si medimos el estado actual de la sociedad, la economía, el arte y la cultura desde el punto de vista del modelo de sistemas viables, desde la dinámica de los sistemas y sus modelos de control y regulación de organizaciones sociales complejas.
Ahora toca reunir el capital suficiente para iniciar la campaña de información, organizar la estrategia para ganarnos a los compromisarios de todos los partidos y que lo entiendan. Y que estos voten a su secretario general, de manera que tengamos por fin un presidente o un gobierno que, independientemente del color, aplique estos principios y leyes científicas, cambie la Constitución —porque contará con el apoyo de los demás diputados, ya que todos sabrán de qué va la cosa— y que, al final, puedan colgarse la medalla y hacerse la foto (eso es innato) de haber conseguido ese cambio necesario.
Y de nuevo, todo empieza por informar al pueblo, porque el pueblo es el poder. Y si el poder es el pueblo, el cambio empieza contigo.