Me dice María José Ibáñez, portavoz de AMPI


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La viejoven Barbie

Ha vuelto Barbie reciclada pues, aunque tendrá un eterno aspecto juvenil, se ve que ya no vendía.

¿Qué estrategia comercial puede hacer variar el concepto de mujer objeto al de feminista? Este es nuestro mundo. Se trata de la misma muñeca: una representación femenina adulta a la cual vestir, desvestir y peinar. Igual que cualquiera de las modelos de pasarela  generada por esta sociedad consumista que llena nuestro aburrimiento acumulando lo que sea.

Aburrimiento, esa es la palabra. Aburrido juego, en consonancia con todos los muñequitos-hombre con los que tantos niños han jugado a peleas.

Pero ella ha vuelto y ahora es feminista. Porque hay que vender el producto las próximas «vacaciones de invierno», cuando llegue el abuelito vestido de rojo con los regalos infantiles. Y viene de nuevo con más variados atuendos, claro que sí. Las niñas llevan tiempo coleccionando muñecas- mujer y de todo.

Nosotras pasamos del Pepón a la Nancy y los vestiditos eran caseros. El primero era nuestro bebé y la segunda solía caer para la Primera Comunión, vestida de princesa o de carmelita, según el gusto por la humildad de nuestros progenitores. 

Entonces, cuando en la Navidad se celebraba el nacimiento del Niño Jesús y los Reyes Magos existían, nos caía algún vestidito más para nuestra muñeca-niña Nancy. Pero claro, los señores y señoras de Matel no están para tonterías: se trata de hacer dinero. 

Ese bebé que me despertó el primer sentimiento maternal, sigue nítido en mí. Esa Nancy, la niña a la que siempre quise emular, creció conmigo, le corté el pelo, pinté sus labios con esmalte de uñas rojo e hice nuevos vestidos para ella, cuando entré en la etapa preadolescente. Esos muñecos forman parte de nuestra alma de mujer, que creció y se formó a través de ellos.

Ahora nos vienen de nuevo con ese ejército de muñecas-mujer sexualizadas y consumistas de todos los tamaños y colores, tan sabiondas hoy como estúpidas antes, a vendernos la moto de un feminismo que empieza por destrozar cruelmente muñecos pepones y acaba con el lote ideológico woke y genérico con el que rellenar el vacío mental del globalitarismo capitalista y a releernos su catecismo de la Agenda 2030.

El máximo icono de la sexualización femenina y del consumismo abandera hoy la defensa de la ideología de género (o degenero). Ya saben muy bien que la clientela más abundante es la femenina aunque,  tristemente, se tiende a la equiparación. 

 Y allí están Matel y Disney preparando la campaña en el globalizado mercado de la necedad femenina. Lo genial es haber podido conjugar dos visiones completamente dispares. Quizá sea porque Barbie nunca fue realmente femenina y la ideología de género nunca será feminista.  Porque ambas no son más que una reducción de la esencia humana a burdos estereotipos de compraventa, sin individualidad y, por lo tanto, sin alma y sin libertad.

Yo me quedo con mi Pepón, mi Nancy vestida de comunión, con mis tejanos y mi jersey de estudiante, mis hijos y mi profesión.

Porque no necesitamos que nadie nos diga qué pensar por el hecho de ser mujer, ni que nuestra libertad se base en enseñar el pecho. No puedo sufrir el color «rosa barbi»  invadiendo todo hasta la náusea. No nos engañemos más, detrás de una campaña de ventas siempre está la Banca y ellos conocen muy bien eso de que «si no puedes con tu enemigo, únete a él». Es de nuevo la posverdad funcionando.

Barbie fue la representación más genuina del consumismo machista y de la estupidez femenina más ferozmente capitalista. Exactamente lo mismo que hoy, con la diferencia de que hoy es global y multicultural. 

Simplemente ha cambiado de vestidito y peinado, pero sigue tan hueca e inhumana como siempre, con el mensaje eterno de la religión capitalista: no desees tener hijos ni amar, elige mejor comprar todo aquello que yo te obligo a necesitar y vente a Barbieland,  en el país de los unicornios multicolores.

Preciosa película, muy recomendable para las que se autodefinen como personas gestantes o del sexo débil como se decía antes (yo añado mental).

Venga, la cuestión es vender muñecas, aunque al final no sabemos a que hijos, hijas, hijes, hijxs, hij@s, se las vamos a regalar.

En fin, por suerte nuestras futbolistas no se llaman Barbie, tienen cada una un nombre, no van de rosa sino de rojo, son mujeres y españolas, como la  Nancy

María José Ibáñez Rodríguez, portavoz de Asociación de Mujeres Por la Igualdad (@AMPI_igualdad) 


5 comentarios en “Me dice María José Ibáñez, portavoz de AMPI

  1. Chapó! Me ha parecido magnífica tu reflexión y aunque solo conviví con la Nancy acompañando la niñez de mi hija.. Me encantaba jugar con ella era “nuestra” amiga.. Como lo fue para mi “la Mariquita Perez y la Gisela.. Gracias x ayudarme a revivir bonitos recuerdos ..

  2. Serán mujeres y españolas pero se han retratado en la cámara del feminismo radical y absurdo bajo mi punto de vista el cual no deja de ser una opinión pero es q me resisto a creer que el beso u el contexto merezcan tamaña reprobación, si tanto la ofendió que le hubiera pegado una torta como se hacía antiguamente y había quedado claro el consentimiento y condenado el delincuente

  3. Magnífico artículo María José. Comparto totalmente su opinión. Lo lamentable es que la mayor parte de niños a los que dirigen ese producto ideologizado, no han conocido esas épocas anteriores en las que la infancia no era objetivo de manipulación ideológica.., y a muchos lamentablemente tampoco nadie les habla nunca de ello. Son por tanto mentes muy fáciles de manipular e ideologizar porque entre otras cosas en muchos casos sus papas ya han sido ideologizados y absorbidos por cultura Woke a la que idolatran… Con todo creo que hay esperanza y que el sentido común y la sensatez volverán a imponerse a todo este sinsentido que nos invade. Y lo creo porque mi sentimiento católico me hace percibir y presentir que por encima del ser humano y de sus equivocaciones, egoísmos, imperfecciones y soberbia que le hace creerse el centro del Universo.., esta Dios, quien al final hace que las aguas vuelvan a su cauce. Así ha sido siempre desde el origen de la humanidad si leemos la Sagrada Biblia.

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