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¿Qué prioridades tendría que tener el nuevo gobierno para hacer de España una democracia plena y consolidada?
Los decálogos tienen la virtualidad de centrar prioridades y al mismo tiempo presentar el espíritu que las resume. Desgraciadamente, no escuchamos este tipo de presentaciones desde los partidos políticos, quienes prefieren moverse en el campo de la inconcreción, los lugares comunes y las expresiones tan bien sonantes como carentes de contenido.
Estamos en una situación tan desgarradora en todos los ámbitos que centrar las prioridades en diez medidas probablemente se quede corto para la gesta política que habrá que afrontar quien asuma el Gobierno tras el tornado Sánchez; ampliar a quince o veinte sería más conveniente. En cualquier caso, aquí van mis sugerencias a cascoporro.
Crecimiento económico con presupuestos base cero y reducción de impuestos, fomento del espíritu emprendedor, recuperación de la moral pública y la seguridad jurídica, promoción de vivienda social, disminución del peso de la administración, fijación de porcentaje de inversión en I+D y reforma del sistema electoral estableciendo un porcentaje mínimo para tener presencia en las Cortes, elevar la exigencia educativa y políticas activas de natalidad y familia.
Es paradójico que el debate político esté en cualquier menudencia ruidosa menos en el crecimiento económico. En cómo producimos más, somos más competitivos y creamos más empleo allende la hostelería y restauración. España necesita un modelo económico que priorice la creación de empleos de calidad con salarios altos, impulsado por la innovación y la productividad, en lugar de centrarse en políticas que obstaculizan el crecimiento y el desarrollo económico. Hoy somos un país de salarios bajos, donde la empresa es desprestigiada y perseguida y donde la pyme es vista como una defraudadora nata a la que hay que someter asfixiándola a impuestos y a inspecciones que niegan hasta la imputación de internet.
La sublimación del empleo público ha sido proporcionalmente inversa a la del fomento de las vocaciones empresariales, un elemento clave en la economía digital. Mantenemos la anormalidad de que los jóvenes prefieran trabajar en la Administración antes que crear su propia empresa.
Pero, claro, estos discursos no son atractivos para unos políticos más pendientes del último post en redes sociales que de las necesidades reales de España. Lo mismo ocurre con el déficit público. ¿Cómo es posible que siga engordando sine die al mismo tiempo que los ingresos no lo cubren? El peso y velocidad de la bola de nieve ya es insostenible. Igual que hace unos años se obligó a los ayuntamientos a congelar gastos para lograr la estabilidad presupuestaria, habría que hacer con el Gobierno Central y Autonomías. La frase de Milei fue profética “no hay plata” y cuanto antes nos demos cuenta antes nos pondremos manos a la obra.
Me dice Miguel Robledo, periodista.y consultor de comunicación corporativa