Ni egos ni votos, son vidas humanas


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Después de intentar asimilar la información y los diversos análisis sobre lo acontecido ayer con Gallardón, interpreto que en este desenlace ha ocupado lugar muy destacado el análisis de los votos y la cuestión de los egos de sus protagonistas: El PP de Rajoy, esta especie de PSOE con minúsculas, considera que legislando sobre el aborto pierde votos y con las cosas de comer no se juega. La reacción de Gallardón al ver que su proyecto estrella se estrellaba movido por sus principios, el ego es uno de ellos, no piensa comulgar con ruedas de molino y se larga. La verdad es que me trae bastante al pairo; el tema de fondo para mí no son los votos ni los egos, sino las vidas humanas indefensas que por falta de trabajo, interés, convicciones y por cálculo electoral y defensa de egos van a seguir en el uterino corredor de la muerte esperando que el verdugo y su madre apliquen una condena tan injusta como impensable viniendo de quien viene. Por increíble que parezca la Ley Aido –la del PSOE- es ahora ya también la Ley de Rajoy –la del PP-. Llueve sobre mojado. Los incumplimientos de programa de Rajoy necesitaron de una excusa en el tema económico; en el tema social ni eso. Rajoy declaró ayer que no iba a modificar una Ley que el siguiente partido que gobernara fuera a cambiar ipso facto. Gran verdad. Ahí está la diferencia. El PSOE tiene convicciones, no las mías, y las defiende cuando gobierna; el PP ya se ve que no tiene ni una y cede al PSOE la primacía en todo lo social. ¿Para qué sirve el PP entonces?

No entiendo nada. Si en las elecciones europeas muchos votantes del PP se quedaron simplemente en casa dando a entender que incumplir descaradamente un programa electoral tiene su coste, ¿espera Rajoy que, traicionados nuevamente con el aborto, vuelvan al redil para votarle? ¿Alguien me lo explica?


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