¿Prohibir beber?


A raíz de la publicación de diversos estudios, se ha vuelto a poner sobre la mesa el grave problema del consumo, cada vez más frecuente, de alcohol en los adolescentes. Cifras como estas asustan: El 68,2% de los menores de entre 14 y 18 años han consumido alcohol y un 30% se han emborrachado en los últimos 30 días; el consumo de alcohol se inicia antes de los 14 años y el llamado “consumo compulsivo” ha aumentado del 14% al 37% entre los jóvenes de 14 a los 16 años. Estos más que alarmantes números, dan a entender que estamos frente a un problema cada vez más grave y que, a pesar de ser conocido y haberse legislado sobre él prohibiendo su venta y adquisición, no hace más que aumentar.

Ante este preocupante panorama, la FAD, Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, acaba de publicar un manifiesto alertando del problema y haciendo públicas unas reflexiones, donde se insiste en el compromiso de toda la sociedad, especialmente las familias, y se aboga por mucha prevención, mucha educación, menos estigmatización de los menores y unas normas de control más efectivas. No deja de ser chocante que la eficacia de las prohibiciones de venta y consumo de alcohol sea cero.

Me alegra la preocupación de la sociedad por este fenómeno, sin duda alarmante, pero me cuesta entender que la solución pase por más leyes, no se cumple lo que ya está legislado, y por incrementar el precio del alcohol.

Es curioso que mi generación, que no sufría prohibiciones y que de ordinario tenía un porrón de uso libre en toda mesa, no se emborrachaba cada fin de semana por las esquinas. ¿No será que nos habían educado en valores y sobre todo teníamos, nuestros padres y por ende nosotros, ilusiones más elevadas que la de ir de cogorza en cogorza? ¿Alguien me lo explica?


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