Tras su debate


El primer debate a cuatro de la historia de la democracia española se saldó con críticas a la gestión del Gobierno, cuya actuación fue defendida por la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría ante la ausencia del presidente Mariano Rajoy, y distintos ataques cruzados en un intento de los candidatos por captar votos en el entorno ideológico de sus rivales. Imagen de los tres candidatos y la vicepresidenta antes del debate. REUTERS/Sergio Perez

Mi primera impresión, ya durante el famoso debate, fue que faltó trabajo. No supe notar, más que en breves pinceladas, las manos de expertos en comunicación política y, si no hubiera sido por el alegato final de Iglesias, hubiera creído que se trataba de cuatro amateurs en un debate post universitario.

Nervios, lo normal, y demasiados mensajes y dirigidos a públicos distintos, me dieron a entender que el gran objetivo del debate, para todos ellos, era no perderlo. Fuera de Iglesias, que si bien estaba en su salsa tampoco destacó sobremanera, el resto intentaba repartir a diestra y siniestra, eso sí, con buenas maneras.

Rajoy, a pesar de no ir, salió bien. Soraya no metió la pata. Sánchez no destacó y debía. Iglesias recuperó fuelle y Rivera solo estuvo.

No entiendo nada. Yo pensé que en un debate la clave está en que tú conectes con el público y para ello hay que lanzar pocas ideas pero claras, diferenciarse de los demás y arriesgar algo. ¿Visteis algo de esto? ¿Alguien me lo explica?


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