El faisán voló

 

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He dudado hasta última hora si comentar la sentencia del caso faisán o recordar mi inocente infancia y gritar: mamá, caca. Sin desistir de lo último y excluyendo a mi mama, que está a seiscientos kilómetros  cerca de Barcelona y ya sufre lo suyo, el grito fecal me perece de lo más apropiado. Qué es sino una boñiga semejante bodrio de sentencia. Y que conste que respeto a los jueces y, si me afectara, acataría la sentencia, frase de manual de  todo político que quiere escurrir el bulto cuando le preguntan acerca de un procedimiento judicial, pero de ahí a comer heces va el infinito.

Me dicen próceres juristas que no debo confundir «justicia» con «derecho» y así es. Los tribunales aplican el derecho y alguna vez dan con la justicia. Estoy de acuerdo, aunque mi duda transita por otros derroteros: ¿El derecho va sobre los hechos o sobre las intenciones? ¿El derecho juzga los deseos? ¿Si tengo buena intención puedo actuar mal a sabiendas? ¿Si busco el bien social puedo cargarme a cualquier mal bicho? Podemos vestir la argumentación como nos dé la gana, de hecho el refranero lo sentenció hace muchísimos años: ‘quien te quiere te hará llorar’, y por tanto añado yo: toma cuchilladas para que te vuelvas bueno. Probablemente la síntesis de la sentencia es que la Audiencia Nacional eleva a criterio jurídico que el fin justifica los medios. Vaya salvajada.

Los hechos del faisán los conocemos todos. Ahora la sentencia da por probado que existió un chivatazo para no interferir el proceso de negociación con ETA y se queda tan pancho. Es alucinante, reconocen un delito que nadie reconocía, pero no condenan a los presuntos por la parte sustancial del delito. En fin, ellos sabrán, ahora empieza el show de los recursos, marear la perdiz -faisán en este caso-, y años y más años hasta el olvido. Mientras el Estado habrá digerido otro excremento más y ya van tantos que sufro con razón por su aparato digestivo. Nosotros, los ciudadanos de a pie, seguiremos pensando, cada vez con más hechos probados, que la política manda en la justicia.

Censuras vendo…

2fe520ec93de6df7662ae7f7de70a000El hecho es que hoy Rubalcaba, después de pedir siete veces la comparecencia de Rajoy en el Congreso sin ninguna fortuna, ha decidido ordaguear en la octava: si Rajoy no comparece, promoverá una Moción de Censura. Sabe que la moción no tendrá la eficacia de conseguir ser gobierno, pero a decir verdad pocas armas tiene la oposición para enviar a las cuerdas a un presidente de Gobierno cuando cree que debe hacerlo.

Rajoy escurre el bulto y con él todo el PP. Bárcenas y/o Pedro J. acosan al presidente cada día con artillería nueva. La táctica del silencio no hace más que sembrar dudas. La batalla mediática empieza, ahora el Bárcenas contra Rajoy se complementa con ABC contra El Mundo. Mal vamos, parecen revivir los tiempos del GAL con Pedro J. desatado.El PSOE está en su derecho de presentar la moción, Rubalcaba también aunque no es fácil que la sociedad lo entienda. La sentencia evangélica de la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio, será bien actual. De momento Rajoy es acusado de mentir –Rubalcaba en eso es el maestro- y de, como mucho, protagonizar o tolerar acciones nada honestas, pero la verdad es que acusado de delitos, ninguno. Rubalcaba por contra es el del faisán, delito donde los haya, y el jefe de los de los ERE, delitos a punta pala, que a su vez protege. Lo ideal si al final presenta la moción, es que se incluya en ella y toda esa tropa de políticos eternos que han sabido nadar entre la mierda hagan los bártulos, cojan sus cosas y, en un primer o último servicio -según se mire- sin más, desaparezcan.