Director de 'A Fondo' Radio Intereconomia.
Manresa, (Barcelona). Ldo. en Ciencias Biológicas. Ex docente, ex editor, ex político y periodista. Todo con 'humor catalán'.
Empezar por lo básico: reforzar los cimientos de la sociedad
La primera prioridad, ineludible, es la natalidad. España se está quedando sin niños y sin futuro. Los planes de familia se retrasan porque tener hijos se ha convertido en un salto al vacío: sin ser prioridad, sin empleo estable, sin vivienda y con salarios que parecen diseñados para sobrevivir. No hablamos de estadísticas, hablamos de la continuidad misma de la nación.
En paralelo, están nuestros mayores: quienes sostuvieron el país durante décadas y hoy se ven condenados a esperas eternas, residencias saturadas y una soledad que ninguna app paliativa puede arreglar. Una sociedad que presume de modernidad, pero olvida a quienes la hicieron posible, está condenada a convertirse en un espejismo.
Los jóvenes tampoco lo tienen más fácil. Su acceso a la vivienda es una carrera de obstáculos, sueldos bajos y alquileres altos los atan a una adolescencia tardía y forzosa. Hablar de “empleo de calidad” no debería ser un eslogan, sino un compromiso: salarios competitivos, estabilidad real y la posibilidad de ahorrar para construir un proyecto de vida. Les pedimos que estudien, trabajen y formen una familia mientras malviven en alquileres de 40 metros a precio de palacio. Alcobas que les roban su capacidad de ahorro y, por tanto, poder comprarse una vivienda. Un círculo vicioso.
Pero todo esto exige una economía que funcione de verdad. Y eso pasa por reducir impuestos, simplificar la burocracia, eliminar duplicidades y, sobre todo, recordar que el dinero público no es de los políticos, es de los ciudadanos. Deberíamos eliminar de nuestro lenguaje el “dinero público” y empezar a hablar del “dinero del contribuyente”. La política económica debe hacerse con presupuestos base cero, realistas y con visión de futuro.
En el fondo, lo que se pide al gobierno es algo casi revolucionario: una verdadera vocación de servicio público, de defensa de lo obvio. Gobernar no debería ser la oportunidad de servirse del poder, sino la obligación de servir.
Y en este debate no puede olvidarse algo esencial: los valores. Los que nos dieron cohesión, arraigo y sentido. Las raíces cristianas de España no son una cuestión de nostalgia, sino un recordatorio de que sin principios sólidos (familia, dignidad, responsabilidad) todo lo demás se tambalea.
Sin natalidad, sin mayores cuidados, sin jóvenes con oportunidades, sin economía real y sin valores, no hay democracia consolidada posible. Y en ese escenario, corremos el riesgo de repetir los mismos pecados de siempre con una puntualidad religiosa: los de un país que prefiere aparentar modernidad en lugar de afrontar la realidad.
Alba Vila, @albavilalage. Redactora jefe en El Toro TV y la directora y presentadora del programa «Dando Caña«.
Preparar una reforma de la Constitución para reconstruir la democracia en España
Evidentemente la pregunta lleva a una situación en que un nuevo Gobierno de España no sería otro Gobierno woke, friki, separatista declarado como el actual. Pero en ese caso, existen dos posibilidades. La primera, harto conocida, es que el Gobierno futuro siga dependiendo de Partidos separatistas de cualquier laya para “gobernar” los temas esenciales, incluso a corto, como los Presupuestos. Eso ha sido la historia de los últimos 35 años, al menos, y, en ese caso, lo que pueda hacer el próximo Gobierno para recuperar la democracia española y la igualdad, libertad y solidaridad es bien poco. Podrá gestionar un poco mejor la coyuntura y más o menos ralentizar el desguace de España, pero con visión histórica será más de lo mismo. No olvidemos que el famoso y supuesto bipartidismo no ha sido tal en España, sino que los Gobiernos han dependido de unos muy minoritarios Partidos separatistas que han impuesto las políticas torales de los Gobiernos “nacionales”. Incluso en raras épocas de mayoría absoluta, los Gobiernos de España se plegaban a las líneas rojas de los separatistas porque preveían necesitar sus votos en la siguiente legislatura. Ese escenario no representa ningún interés. La segunda posibilidad es que el nuevo futuro Gobierno no dependa de Partidos minoritarios separatistas… y decida no depender de ellos en mucho tiempo, si es posible nunca. Nos vamos acercando a algo tan irreal como interesante. En esta tesitura, en teoría, cabrían dos posibilidades. Una que ese Gobierno fuera de salvación nacional con fuerte participación de centro izquierda y centro derecha (e independientes técnicos si acaso), ambos totalmente conscientes de los males estructurales de España. En ese punto el Gobierno tendría como labor fundamental, además de gestionar lo menos mal posible los asuntos corrientes, el preparar una reforma de la Constitución para reconstruir la democracia en España, que deberá ser militante sí o sí, y volver a hacer posible una España de ciudadanos libres, iguales, solidarios y patriotas como en cualquier democracia consolidada de nuestro entorno europeo de más de 30 millones de habitantes. (España no puede gobernarse como una “Mickey mouse country”, por razones prácticas y técnicas evidentes).
Pero volvamos del planeta imaginario y acerquémonos a la realidad, y aceptemos en primer lugar que el centroizquierda ha desaparecido totalmente del panorama político y Partidario español; en segundo lugar el planteamiento subyacente a la pregunta catalizadora inicial, esto es que el Gobierno que venga sea “de derechas” en todo su arco salvo los racisto-reaccionarios del PNV ni los de “junts” por Cataluña. Y, en tercer lugar, sobre todo que el Gobierno no acepte someterse a ningún Partido separatista, ni ahora, ni nunca. Esta condición a mí me parece tan irreal como algunas que explicaba en el párrafo anterior, pero no rehuyamos la pregunta por ello con excusas de mal pagador. El Gobierno que llegue deberá tener el deber de interiorizar, y hacer conocer a los españoles, la emergencia en la que se encuentra la política nacional, la situación de a-democracia institucional (y real), la necesidad de recuperar la noción de bien común y de acabar con la ingobernabilidad. Deberá actuar como un Gobierno de salvación nacional sin serlo, teniendo en cuenta que la inmensa mayoría del voto ilustrado de centro izquierda probablemente haya caído en la abstención y el voto en blanco. Deberá tomar las grandes decisiones estructurales también contando con ellos. Por eso creo que las primeras medidas fundamentales, de cara a los problemas estructurales de la democracia española, que deberá tomar son: a/ Un cambio en la Ley electoral, el autentico salmer sobre el que apoyar el arco de la recuperación de España como Nación democrática; b/ Unas leyes orgánicas para recuperar el mercado único en España, sin barreras interiores ningunas, y mucho menos las lingüísticas; c/ Una reforma en profundidad del sistema judicial y, paralelamente, del Tribunal Constitucional, que tienen que volver a ser exclusivamente profesionales y no partidisto/creativos y ch/ Una Ley de Educación Nacional digna de ese nombre que prepare a las futuras generaciones sobre bases de verdad, de valores democráticos perdidos como la igualdad y la solidaridad y las obligaciones constitucionales de trabajar por el bien común y un proyecto de convivencia común llamado España.
Puede que a alguien le extrañe que no sugiera ninguna medida económica (salvo la recuperación de la unidad de mercado) pero es que no me he centrado en las medidas de gestión, además de que la política económica será, afortunadamente, vigilada y “orientada” por la UE. Lo que sí deberá hacer el nuevo Gobierno es dejar de mentirle a la UE, en cuanto a su real situación económica, y sobre todo dejar de ocultarle sus gravísimos problemas estructurales en Justicia, Separatismo, Educación, Estado de Derecho, etc… para recabar ayuda.
En cuanto a las políticas concretas de gestión, en todos los ámbitos son diversas y han quedado expuestas mucho más brillantemente en colaboraciones anteriores en este mismo blog. Sólo pretendía indicar que deberán o deberían someterse a un marco general de recuperación de la democracia y de una posibilidad de volver al bien común de unos ciudadanos libres iguales y solidarios. Gracias, por preguntar.
Coda: Si alguien, interesado por el tema, todavía se pregunta cuáles son los letales problemas estructurales de España, yo me rindo. Así no hay democracia que sobreviva.
Enrique Calvet Chambon (@EnriqueCalvet), presidente fundador de ULIS y ex eurodiputado.
Consejo a España me pide dar Francàs, que en la vida me he visto en tal aprieto. Quién soy yo para mejorar la democracia, si apoyo sin entusiasmo el invento.
A la democracia española le revientan las costuras por demasiados sitios a la vez: corrupción hasta las trancas; incendios devastadores porque no se limpian y cortafuegan los montes, con pocos medios y mala coordinación para apagarlos; algo muy similar, mutatis mutandis, con las letales riadas levantinas: ni prevención, ni respuesta adecuada; un Estado autonómico disfuncional, disgregador y despilfarrador; inmigración descontrolada; natalidad y estabilidad familiar por los suelos desde hace décadas; más de 3,5 millones de parados reales y abultados déficits públicos desde hace 17 años; deuda pública y presión fiscal en la estratosfera; mercado de la vivienda dislocado; congestión creciente de la sanidad pública, con listas de espera disparadas; energía muy cara y con apagones, por fanatismo ecologista y negociazos de BOE por subvenciones verdes; aumento de la inseguridad ciudadana; separación de poderes malherida; enemigos de España que completan la exigua mayoría parlamentaria del gobierno socialista-comunista, a costa del bien común de los españoles; espíritu guerracivilista reavivado por demagogos sin escrúpulos que enfrentan a los españoles por un puñado de votos; etc. ¿Cómo arreglarla?
Soy demócrata al churchilliano modo, esto es, por no ver alternativa estructuralmente mejor en los tiempos que corren. Las dictaduras suaves y fructíferas, como la de Miguel Primo de Rivera -con la que Largo Caballero estaba tan a gusto-, son harto improbables. Las totalitarias, y peor aún si son tan depauperantes y criminales como las comunistas, o tan belicosas y criminales como la nazi, son un horror. Sobre la de Franco -irrepetible-, que combatí de adolescente y en la que, con los años, aprecio una obra descomunal de desarrollo de España con impuestos low cost (19% del PIB en gasto público en 1975, por 45% en 2024) y magníficos gestores técnicos, carecemos legalmente de plena libertad de expresión para realizar un juicio ponderado integral en la actual España dizque democrática (que lo es, ma non troppo). Para empeorar las cosas, las dictaduras no tienen mecanismos pacíficos de remover del poder a malos gobernantes, y no suelen permitir la crítica que avisaría de problemas y podría proponer mejores soluciones que las aplicadas por sus gobiernos.
Incluso la benefactora dictablanda de Don Miguel -quien invitaba a mi abuelo Macarrón y sus compañeros del cuerpo de soldados ferroviarios en su finca de Robledo de Chavela los domingos a desayunar con churros y luego les obsequiaba con un cigarro puro, tras oír misa en su capilla privada, cuando el padre de mi padre hacía la mili en Robledo allá por 1916-1917-, desembocó en una república con excesivo sesgo pro-rojo, mucha violencia y censura de prensa, a la que siguió una guerra civil entre rojos y azules, y luego una dictadura azul.
Por su parte, la democracia, además del tremendo lastre cortoplacista que implican las elecciones cada pocos años, se basa falazmente en la doble premisa de que el pueblo entiende de los difíciles asuntos de la gobernación -para poder votar con conocimiento de causa-, y de que es honrado y generoso -para votar por el bien común antes que por el propio-. Pero en el pueblo -que es muy heterogéneo- son inmensamente mayoritarios los que no tienen ni idea de lo complejos que son los asuntos sobre los que se debe gobernar, y en él abundan hasta la náusea los que no son ante todo honrados, buenos y benéficos. Por eso nuestra democracia ha podido degenerar en un gigantesco entramado de compraventa de votos, ya sea con dinero del contribuyente y deuda pública, ya sea con demagogia política fratricida (que si los diestros son realmente “ultradiestros” / cuasinazis, que si los varones son malos, que si los empresarios son unos explotadores, que si Madrit ens roba…).
Es más, éramos pocos y parió la abuela millones de nuevos votantes con aún menos idea de la cosa pública española, con las nacionalizaciones masivas de inmigrantes foráneos, muchos de ellos potencialmente partidarios de la sharía y de que Ceuta y Melilla dejen de ser de España. En 2003, el eficiente peluquero peruano que me cortaba el pelo habitualmente en aquellos tiempos, me dijo un día entusiasmado: “me han dado la nacionalidad española. Ya puedo votar”. Siguió hablando, y me dijo que creía que España era una república cuyo presidente era Aznar, y que Ruiz-Gallardón no era del PP. Indignado por que se diese derecho de voto a quienes, como aquel buen y esforzado señor, no saben nada de la política española, le hice un ruego: “por favor, infórmese bien antes de votar, que esto es un asunto muy serio”.
Por lo tanto, más allá de las reformas estructurales que necesita nuestra democracia -y seguramente habría que poner en práctica todas las propuestas de los que han respondido a esta feliz iniciativa veraniega de Francàs, y más-, incluido todo lo razonable para relanzar la natalidad y la estabilidad familiar, y para reordenar los flujos migratorios en función del mercado laboral y la cohesión social de España, y más allá de que yo prefiera que gane el partido X al Y o al Z, ante el aprieto en que me pone Francàs, le respondo a Don Josep María que para mejorar nuestra democracia es esencial elevar sustancialmente el nivel de cultura política de los españoles, y su nivel de honradez política y de aprecio por el bien común, esto es, su patriotismo. Y esto segundo, más aún que entre el pueblo llano -que también-, entre nuestras élites políticas, intelectuales, mediáticas y del dinero. ¡Casi nada!
Alejandro Macarrón Larumbe Ingeniero de telecomunicación y consultor de estrategia empresarial Responsable de estudios y análisis sociales, y coordinador del Observatorio Demográfico, de CEU-CEFAS
« Los disturbios de Torre Pacheco deben situarse en un contexto geopolítico. »
La geopolítica suele tener un recuerdo desconcertante…
Tras las «ratonadas» del 12 y 13 de julio en Torre Pacheco, muchos medios de comunicación del norte de Europa publicaron titulares que insinuaban que España se había vuelto repentinamente racista: «Ataques racistas en Torre Pacheco»; «Violencia antiinmigrante»; o «España se enfrenta a la xenofobia». Sobre el terreno, la realidad parece muy distinta, pero no por ello menos preocupante. Su servidor acaba de pasar dos días allí inspeccionando esta población de la Communidad autonoma de Murcia. Se ha descubierto que los «alborotadores» eran todos extranjeros de Torre Pacheco. Es cierto que se observaron algunos inmigrantes marroquíes del pueblo vecino de La Palma que acudieron a ayudar a sus compatriotas víctimas de las palizas. Aunque todo empezó con una noticia (un jubilado agredido por un joven inmigrante), la manifestación contra la violencia convocada pocos días después por el alcalde Pedro Ángel Roca, del PP, parece haber causado revuelo: «Llamó a la calma al tiempo que solicitaba refuerzos policiales y pidiendo a los inmigrantes que no salieran a la vía pública durante la manifestación. Dio la impresión de estar señalando con el dedo» (1). Sabemos lo que sucedió después. Uso intensivo de las redes sociales. Inflación de noticias falsas e incitaciones al odio y la violencia. Sin embargo, es evidente que el objetivo en Torre Pacheco es el Estado español en particular, y no solo su política migratoria, que depende esencialmente de Bruselas. Recientemente, Madrid ha tomado decisiones valientes contra los autores de crimenes contra la humanidad tanto en Cisjordania como en Gaza. El gobierno de Pedro Sánchez reiteró su firmeza soberanista al cancelar la renovación de flota española de aviones de combate, lo que enfureció a Estados Unidos, que supuestamente se beneficiaría del megacontrato. Madrid se ha ganado poderosos enemigos tanto al otro lado del Atlántico como en Oriente Medio. La Moncloa está en su punto de mira. Es necesario un recordatorio histórico y geopolítico. El dictador Franco nunca quiso reconocer al Estado de Israel. Al contrario, Marruecos es un aliado incondicional del Estado hebreo y traicionó a todos los países árabes antes y durante la Guerra de los Seis Días (del 5 al 10 de junio de 1967), permitiendo la victoria de Israel. (2) A cambio, el difunto rey Hassan II obtuvo la eliminación física de los opositores políticos de su régimen que se habían exiliado en el extranjero, así como una amplia cooperación en materia de seguridad y tecnología con el Estado hebreo. Todo indica que el heredero aparente, Mohammed VI, está siguiendo el mismo camino e incluso más. La exposición mediática de estos hechos solo favorece a VOX (cuyos temas predilectos son la lucha contra la inmigración, el orden y la identidad) o sus aliados. Vox, al igual que Rabbat, está del lado del Estado hebreo contra el régimen de los mulás en Teherán y no duda en aliarse con los opositores iraníes más extremistas. Los mismos que son clasificados como organizaciones terroristas tanto por algunas cancillerías occidentales como por Washington. Los dos protagonistas mencionados probablemente no estén relacionados, pero comparten una visión común del mundo que puede resumirse en un apoyo inquebrantable a la política israelí y tienen un enemigo común, el actual gobierno español. Hoy, Marruecos utiliza los flujos migratorios contra España. Sin embargo, los «alborotadores» del 12 y 13 de julio de 2025 no eran de Torre Pacheco. Usaron el pretexto de una «noticia» para desestabilizar el orden establecido y dañar la imagen de España en el escenario internacional. Lo que está en juego va mucho más allá de los confines de esta modesta ciudad de menos de unos 40.000 habitantes, donde los inmigrantes están bien integrados. Ayer, fue Torre Pacheco… ¿ Mañana, dónde estará ? ¿ Y quién está detrás de la propaganda y las acciones de estos alborotadores y matones ? ¿ Están preparadas las autoridades ? Sin duda, pero probablemente no lo suficiente. Estas son las preguntas clave.
François Meylan,Torre-Pacheco. Nacido en 1970, de nacionalidad suiza y española, con formación académica, ex miembro Fuerzas Aéreas, oficial superior de inteligencia y reservista, ex policía, autor de libros, artículos e informes sobre el crimen organizado y la violencia política (terrorismo) Presidente y fundador de la asociación ‘Catalunya peuple d’ Espagne CPDE’ (@catalunya_d)
1) Nicolas Klein, « Libre Média »; (2) Hechos confirmados en 2016 por el mayor general Shlomo Gazit, ex jefe de la inteligencia militar israelí.
Dicen que la energía eléctrica de origen eólico y solar es barata…
Seguro que usted, lector, tiene esa misma idea. Normal, ya se ocupan de hacérselo creer. Pero es falsa. Les cuento.
El sistema utilizado para hacer creer que la energía eléctrica más barata es la que procede de la solar y la eólica es el llamado “Coste Nivelado de la Electricidad” o CNE, que opera dividiendo el coste total de construir y operar una planta de producción de energía por la cantidad de energía que generará (en teoría, al menos). Esto proporciona un coste por megavatio-hora que permite comparar tecnologías. ¿Está claro, no? No, claro que no. Esto sólo cuenta parte de la historia.
¿Dónde aparecen en este esquema conceptos como fiabilidad, intermitencia, coste de crear nuevas infraestructuras y subsidios que plagan los precios finales? ¿Dónde está aquí la demanda de electricidad? No los busquen, porque no están. Y no están porque si estuvieran, la situación de los precios relativos sería muy otra. Esto se parece demasiado a la completamente desacreditada teoría del valor trabajo de Marx. Las falacias se resisten a morir, y en el caso de los planteamientos intervencionistas, más aún.
El CNE trata todas las electricidades producidas por diferentes sistemas de generación como si fueran iguales, pero no lo son… No vale lo mismo un kilovatio-hora producido de madrugada que uno producido a las 08:00 horas. En la vida real, la demanda es muy distinta y el valor, también.
Por otro lado, las generaciones tradicionales (hidro, gas y carbón) pueden aumentar el suministro de energía cuando más se demanda. Eólica y solar no, pues no depende de ellas, sino del tiempo atmosférico, intrínsicamente variable (y si es de noche, no es que sea variable: es que directamente anula la operatividad de la energía solar). Por tanto, eólica y solar necesitan respaldo, en forma de centrales de ciclo combinado o de inexistentes, carísimas y contaminantes gigantescas baterías que almacenen lo que producen cuando el sol brilla y el viento sopla. Ese gigantesco coste implícito no lo contempla el CNE, pero existe y lo pagamos, vaya que si lo pagamos. Y no se arregla poniendo más molinos y placas, porque el asunto es peor: más respaldo necesitamos y más ineficiente es el sistema.
Además, la energía eólica se instala donde sopla el viento, lo que suele ocurrir lejos de los lugares de consumo, así que hay que construir redes extra de transporte. Eso no lo considera el CNE, pero lo pagamos también, vaya que sí.
¿Recuerda el lector del apagón general en España de 28 de abril de 2025? Ocurrió por un exceso de producción asíncrona (la generada por solar y eólica) que, al carecer de la inercia de los rotores tradicionales (lo cual permite anular pequeñas variaciones de tensión sin problemas), permitió una caída total de la red. Ese es otro grave problema de las “energías renovables”: necesitan equipos especiales para mimetizar la sincronicidad y pasar de corriente continua a alterna. El CNE no lo tiene en cuenta ¿Lo sabía usted, lector? Su bolsillo sí lo sabe.
Bueno, pues cuando se tienen en cuenta todas las variables que inciden en el coste real en red de los procesos de generación eólico y solar (el sistema se llama “Costo Total Nivelado de la Electricidad del Sistema”, o CTNES), aparece la realidad. La realidad de los costes totales de transmisión, almacenamiento, homogeneización y respaldo que necesitan las llamadas “renovables”, lo que al cabo las hace más caras que las tradicionales. De hecho, son mucho más caras, del orden del 200% al 300% más caras. Pueden verlo aquí https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0360544222018035
No encontrará el lector fácilmente esta información, que permite entender por qué el sector público, empeñado en seguir las pautas de los procesos globalistas, vierte tales cantidades de recursos financieros, normativa asimétrica dañina para con los hidrocarburos y la energía nuclear (que esa es otra, de la que no hablaremos hoy) y determinación de precios favorables a eólica y solar.: lo hace para que parezcan más baratos y el consumidor final trague.
Si realmente fuera una energía eléctrica barata, no necesitaría todo esto, ni precisaría ahogar la energía eléctrica proveniente de fuentes tradicionales (ya saben, impidiendo la extracción de gas y petróleo propios, sobrecargando impositivamente esas fuentes, prohibiendo directamente su uso, volando con explosivos sus instalaciones). Un producto barato no necesita que inclinen el tablero a su favor. En realidad, todo esto es una forma de “socializar los costes” mientras privatizan los beneficios. Los muchos beneficios que se derivan de seguir las pautas del BOE.
Un último comentario. Hemos estado hablando todo el tiempo de energía eléctrica, no de energía. En el ámbito energético general, el papel de la electricidad se reduce enormemente, por lo que conviene situar el asunto en sus justos términos. Es más, en muchos sectores productivos o de transporte, la energía eléctrica no tiene nada que aportar. No es que se más cara, que también, es que ni puede mover máquinas, explotar minas, desplazar barcos o aviones, caldear ámbitos industriales, y antas otras cosas. Y eso pasa porque carece de intensidad. Pero de eso ya hablaremos otro día.
José Ramón Ferrandis. Licenciado en Ciencias Políticas. Técnico Comercial y Economista del Estado. Autor del libro «Crimen de Estado», sobre el llamado «cambio climático”.
Tras la reunión histórica Trump-Putin varios «analistas» han corrido a señalar que no ha sucedido nada relevante. Se equivocan. La reunión ha tenido lugar en la base de Alaska Elmendorf Richardson, dos grandes militares norteamericanos. Yo diría que la conclusión más importante es el gran bofetón a la UE dirigida por incompetentes y el Reino Unido aunque ya no sea Estado miembro. Han presionado a medio mundo para que aislen a Rusia, que no reciban a su presidente Putin e incluso que le detengan. Pues el presidente más poderoso del mundo le ha recibido con alfombra roja en la tierra que fue Rusia hasta que el Secretario de Estado William H. Seward sugirió su compra en 1867 que el zar accedió por temor a que la pérfida Albion se apoderara. Hace más de diez años que un presidente ruso no pisaba tierra estadounidense. Los mensajes son claros: Hay que decir al mundo quienes mandan y otros no pueden decirles quién se sienta a la mesa. Los occidentales, hoy Unidos en un mismo club, han olvidado que impusieron condiciones y firmaron acuerdos sin contar con la víctima. A los españoles hay que recordarles el Tratado de París de 1898 entre España y Estados Unidos, país vencedor en la guerra hispano estadounidense y adoptaron acuerdos sobre Filipinas y su pueblo cuando ya Aguinaldo había proclamado la independencia el 12 de junio. Hay otros casos más recientes pero mientras tanto que se documenten los que dicen que no ha pasado nada.
Dr. Carlos Puente Martín. Economista Abogado y Politólogo. Viena
UN OBJETIVO COMÚN con mayúsculas es la solución que deberíamos encontrar los españoles una vez hubiéramos eliminado todas las incógnitas, toxinas, parásitos, virus y gérmenes que hoy día nos encadenan a la parálisis, nos impiden avanzar y, lo que es peor, nos están destruyendo día a día la energía, los valores necesarios, voluntad y capacidad de progreso con ilusión que son los ingredientes necesarios para la autoestima de cualquier nación en el mundo de hoy.
Un objetivo común obtenido trabajando con generosidad, tolerancia y mirada a larga distancia en establecer todo aquello que básicamente nos une que es notablemente superior a lo que nos separa pues esas diferencias serán acuerdos, compromisos y porqué no renuncias a dirimir una vez el país haya iniciado o recuperado el rumbo del prestigio y el progreso que es por otra parte todo lo que nuestros socios en Europa y en todo el mundo espera de nosotros. Pertenecemos al grupo de herederos principales de nuestra cultura greco-romana, cristiana y excelencia en la ilustración que ha conducido al planeta al día de hoy y los españoles tenemos una responsabilidad compartida que debemos asumir, respetar y volver a protagonizar.
En la segunda guerra mundial en las playas de Dunkerque quedaron aislados bajo el fuego del Reich más de trescientos mil soldados aliados sin posibilidades de rescate y entonces los ciudadanos ingleses, la sociedad civil cruzó el canal de La Mancha en todo tipo de embarcaciones particulares de pesca, recreo, ocio y demás sin que importara la dimensión ni la ideología política y con tan solo la voluntad de las personas consiguieron rescatar a esas más de trescientas mil personas.
Como entonces hoy en España deberiamos encontrar y aceptar ese objetivo común y al márgen de partidos e influencias políticas nos llevaran a acudir unidos como, insisto, objetivo prioritario, rescatar a nuestro país, a España de las fauces de todo aquél conjunto de mortíferos dragones y peligrosos delincuentes cuyo en éste caso claramente definido fin, es la destrucción de la nación, su historia y cultura milenaria para convertirla en una pieza somertida a los poderes del fracaso, el mal y la mediocridad.
No olvidemos que quienes eso pretenden provienen ya de la destrucción, la miseria y la muerte social aspirando a devolvernos a las cavernas, a la oscuridad del encarcelamiento social y a la miseria humana sometida y esclavizada una vez haya quedado vacía de valores y fundamentos del género humano. Ni más ni menos.
Y en ese escenario uno se pregunta: ¿Estamos a tiempo de recuperar el tiempo, espacio y prestigio perdido en la década que podemos ya empezar a definir como la Década Tenebrosa de España.? La respuesta es SÍ.
No es posible que el pueblo español, los ciudadanos y la sociedad civil pueda soportar más humillación, más vejaciones, más engaños y hasta si se me permite más tratamiento como seres disminuidos, por lo que es necesario un levantamiento, una revolución por cauces democráticos y una contundente expulsión de nuestras vidas a todas aquellas personas o posiciones sangrientas o delictivas que nos gobiernan hoy.
No se si debemos ya obligar por las buenas o por las peores al flautista de Hammelinn o en términos actuales al Galgo de Paiporta a que tome su flauta o sus propios excremenos de sus pantalones e inicie el camino de regreso a la nada que es su lugar de origen y hacernos de paso el favor de llevarse consigo a todo su ejército de ratas de vertedero o alcantarilla para de una vez por todas desaparecer de nuestro mundo en paz.
Si como en dunkerque el pueblo inglés, conseguimos que los españoles alcancemos ese OBJETIVO COMÚN, que nadie dude de que la salvación de nuestra nación estará garantizada y rápidamente recuperaremos el rumbo correcto del prestigio y el prograso.
Finalmente sugerir a los lectores de este escrito que permanezcan atentos a la pantalla pues el próximo mes de Setiembre se presentará a la sociedad el proyecto OPERACIÓN DUNKERQUE que no es más que el desarrollo y puesta en práctica del contenido aquí expuesto y que bajo la idea y patrocinio de la sociación Foro España Cívica, aparece ya acompañado de un conjunto de fundaciones de la sociedad civil que traban desde su inicio para su lanzamiento y divulgación.
¿Qué prioridades debería tener el nuevo Gobierno para hacer de España una democracia plena y consolidada?
La pregunta refleja que ese nuevo Gobierno no sería del PSOE. También que la España actual no es una democracia plena y consolidada. Sería un nuevo Gobierno que nacería del acuerdo entre los dos partidos mayoritarios de la oposición, bien gobernando juntos o uno de ellos apoyando al otro, al más favorecido en las elecciones previas. Llegaría al Gobierno “la alternativa”; eso es democracia. Lo que el sanchismo, utilizando trampas, quiere impedir desde usos autocráticos. No entraré en demasiadas pormenorizaciones.
El nuevo Gobierno, en sus primeros días, deberá anunciar la derogación de todas las leyes ideológicas y nocivas del sanchismo, empezando por la ley de Memoria Democrática, una afrenta a la realidad como fue, a los ciudadanos y a los historiadores, que son quienes reflejan y valoran la Historia, con mayúscula, y no esa barbaridad de reducir nuestra realidad histórica a una pugna inducida de buenos y malos, a juicio cainita e ideológico del Gobierno. Sería un primer paso para la superación del guerracivilismo como arma de enfrentamiento, iniciado por Zapatero y sublimado por Sánchez. Igualmente se revisará la política de ayudas y subvenciones (desde sindicatos y organizaciones empresariales, hasta todo tipo de entidades públicas y privadas) que no serán vías para comprar voluntades.
El nuevo Gobierno habrá de cuidar, desde la verdad, la gestión económica en una España que recibirá empobrecida y sangrada a impuestos, desde consideraciones falsas, como el número de parados, la capacidad emprendedora, la inversión, y nuestro peso económico en el mundo. Sobre esto y otras realidades económicas se nos ha mentido desde una desvergüenza criminal. El sistema de financiación deberá ser igual para todas las Comunidades Autónomas.
El nuevo Gobierno deberá hacer público el estado real de la economía y no caer en trampas anteriores, como ocultar la situación penosa que recibe. El ciudadano deberá conocer la verdad. Es necesario un apoyo decisivo a la pequeña y mediana empresa, ahora despreciada y a menudo colapsada por los impuestos. Reducción drástica y rigurosa de impuestos.
El nuevo Gobierno deberá gastar mucho menos, promoviendo leyes presupuestarias coherentes con la realidad y acabando con las alegrías ideológicas del sanchismo. La primera medida será constituir un Ejecutivo reducido buscando la eficacia, compensación, y coherencia entre los departamentos ministeriales Todo lo contrario a lo que hemos visto en los últimos gobiernos.
El nuevo Gobierno habrá de rescatar pasadas decisiones positivas que el sanchismo condenó al olvido o suprimió. En esta situación se encuentran el tan necesario Plan Hidrológico Nacional y el apoyo a la energía nuclear, vital en Europa y condenada hoy a su desaparición en España. Igualmente habrá que afrontar una reindustrialización progresiva rescatando planes y planteamientos despreciados por los últimos gobiernos. Y una atención singlar a la agricultura y la ganadería, hoy tan olvidados.
El nuevo Gobierno deberá garantizar una Justicia independiente y hacer cumplir la ley en todo el territorio nacional. Es democráticamente impresentable que haya leyes y sentencias judiciales que no se cumplen en Cataluña, y que se haga arma política de ello. La defensa y garantía de la separación de poderes es una de las esencias de la democracia y hoy esté en grave riesgo.
El nuevo Gobierno deberá promover una nueva ley Electoral justa que impida que partidos políticos puedan, presentándose en una sola Comunidad Autónoma, condicionar los gobiernos nacionales con porcentajes de apoyo ridículos. Una nueva ley de Partidos Políticos garantizará que no sean legales aquellos partidos que promuevan la destrucción de la unidad nacional que protege la Constitución. Se vigilará especialmente la acción de las llamadas “embajadas” de Comunidades Autónomas. Hay ejemplos europeos en los que deberíamos mirarnos.
El nuevo Gobierno, basándose en la Constitución, hará respetar y defenderá la lengua común, respetando su uso en sus Comunidades. Que en el Congreso de los Diputados se usen traductores es una afrenta a la Constitución, muy clara en este sentido Introdujeron las distintas lenguas territoriales en el Senado, pero es igualmente inconstitucional.
El nuevo Gobierno asegurará la propiedad privada, reflejada en la Constitución, y promoverá una ley que evite la ocupación de viviendas y, de producirse, que el desalojo se realice de inmediato. Una política de vivienda realista, destinando a tal fin el ahorro del gasto estatal que se propone, deberá garantizar a los jóvenes la posibilidad de emanciparse.
El nuevo Gobierno dará un giro a su política exterior, especialmente cercana a Hispanoamérica, y mantendrá relaciones de normalidad con Estados Unidos y las grandes potencias, eludiendo el posicionamiento con dictaduras de Hispanoamérica cuyo radicalismo y ataques a España son una negación de su propia historia.
El nuevo Gobierno mantendrá una política de inmigración justa y abierta. No seguirán en España lo inmigrantes que cometan delitos y se limitarán las acogidas a la capacidad real.de absorción
El nuevo Gobierno prestará especial atención al llamado cambio climático. Rigurosa, realista y normalizada, sin desatender desde la exageración, el cuidado de los cauces de los ríos y torrentes, la fauna y la flora. Como ejemplo de anormalidad, no han faltado quienes acusaran de desatención al cambio climático los recientes incendios o las altas temperaturas. En el verano de 1957, y así lo recoge la prensa de la época, se alcanzaron 50 grados en La Mancha, y todavía nadie sabía qué era el cambio climático; no existía. Hay que separar un asunto natural del mensaje ideológico, un recurso más de la izquierda.
Quedan un sinfín de propuestas en el tintero.
Juan Van-Halen. Escritor, periodista, académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando. Senador en seis legislaturas. Su último libro: “Donde nombras la lluvia» (poesía). Ha concluido “Elogio de la incorrección política. Crónica del sanchismo hacia la autocracia” (ensayo).
¿Qué propiedades tendría que tener el nuevo gobierno para hacer de España una democracia plena y consolidada?
Cambio radical en las personas
Por delante siempre la tan mentada e imprescindible división de poderes para que exista una democracia y la clara distinción, por lo tanto, entre judicial, legislativo y ejecutivo. Pero no solo. Aunque lo primordial e imprescindible sea esa separación de poderes y la no-influencia entre estos, no solo la imparcialidad bastaría, ya que es precisa la buena preparación, la dedicación total al bien público, la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, la no-división en clases, y menos aún la exclusión por ideologías, unos ciudadanos mejores que otros. No puede haber democracia donde se impone una opinión ideológica que excluye las demás y que divide e incluso presume de levantar muros entre ciudadanos. Muros, separación, división, que se extiende ahora a los territorios, regiones, comunidades autónomas. Romper la unidad de un país, favorecer independentismos, financiar de manera desigual e interesada a unas comunidades que a otras, rompe también la democracia.
Para garantizar esta, nos dotamos en su día de una Constitución votada muy mayoritariamente por todos los españoles de todos los territorios y ahora se diluye, se rompe, se la corrige por la puerta de atrás y respondiendo a los intereses personales de un gobierno, lo que agrava más la situación todavía.
Por lo tanto, es evidente que vivimos una pseudodemocracia. Podemos hablar de corregir o derogar leyes en un nuevo gobierno o crear otras nuevas, de modificar una muy mala ley electoral, de suprimir el lenguaje inclusivo o ejercer de forma eficaz la oficialidad de la lengua oficial de España, que es el español, que es la lengua de todo el Estado, respetando lenguas autonómicas, pero nunca convirtiéndolas en preponderantes y excluyentes.
Pero aun con todo esto, no lo considero suficiente. Medidas, muchas, dada la situación actual plagada de privilegios y corrupción, no bastaría un solo decálogo, ni dos, ni una treintena de cambios. Hay un factor primordial e imprescindible: la responsabilidad, la preparación, la entrega, la formación y la experiencia del gobierno. Conocimientos adecuados en la faceta que a cada uno corresponde desarrollar y eliminar, por lo tanto, la sujeción plena a unos partidos políticos que no eligen por características inherentes al conocimiento de aquellas materias que están obligados a desarrollar y a ejercer con eficacia, mejorando los proyectos actuales y creando unos nuevos.
Por lo tanto, la primera criba democrática estaría en las elecciones dentro de los propios partidos. Democracia endógena, y no por el vasallaje y el servilismo que hoy vivimos en una auténtica batalla en la que se demuestra que los cargos políticos han presentado currículos falseados. Por lo tanto, es clara la irresponsabilidad de los propios partidos políticos que no han sabido ejercer las cribas necesarias.
La propia Constitución otorga un poder primordial a los partidos políticos. Son instrumentos fundamentales para la participación política. Concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular. Nos dice la Constitución en su artículo 6. ¿Acaso son democráticos los partidos políticos? ¿Participan activamente sus miembros en las tomas de decisiones? ¿O dicen amén a las órdenes de un jefecillo?
De raíz, habría que cambiar los propios partidos políticos para que pudiéramos vivir en una democracia real. La elección de las personas por su capacidad, con la idea del bien público siempre por delante, y que la política es un servicio, no un beneficio, no un medio de vida y mucho menos de enriquecimiento, es, por lo tanto, clave, y no la pléyade de políticos burócratas instalados en los cargos años y años, convirtiendo la política en su único medio de vida. Y, en muchos casos, es el único trabajo que han ejecutado —porque, si se puede llamar así— al que ejercen en la actualidad, ya que de otro trabajo y de otras responsabilidades no los conocemos en la mayoría de los casos.
Cambio, derogación de leyes, sí, hay que hacerlo, cuanto antes mejor, porque el deterioro es galopante, pero por encima de todo, el cambio de personas y de los propios partidos políticos. No es la democracia un hombre y un voto, sino el ejercicio responsable, libre, objetivo e independiente en el bien de la comunidad de España, quererla, ir mucho más allá. La democracia la quieren, la practican, la viven las personas y, repito, va más allá que la corrección de unas leyes. Se necesita un cambio total.
Carmen Lovelle, exalcaldesa de Verín, fue diputada autonómica en el Parlamento Gallego y Senadora de España.
¿Qué prioridades tendría que tener el nuevo gobierno para hacer de España una democracia plena y consolidada?
Los decálogos tienen la virtualidad de centrar prioridades y al mismo tiempo presentar el espíritu que las resume. Desgraciadamente, no escuchamos este tipo de presentaciones desde los partidos políticos, quienes prefieren moverse en el campo de la inconcreción, los lugares comunes y las expresiones tan bien sonantes como carentes de contenido.
Estamos en una situación tan desgarradora en todos los ámbitos que centrar las prioridades en diez medidas probablemente se quede corto para la gesta política que habrá que afrontar quien asuma el Gobierno tras el tornado Sánchez; ampliar a quince o veinte sería más conveniente. En cualquier caso, aquí van mis sugerencias a cascoporro.
Crecimiento económico con presupuestos base cero y reducción de impuestos, fomento del espíritu emprendedor, recuperación de la moral pública y la seguridad jurídica, promoción de vivienda social, disminución del peso de la administración, fijación de porcentaje de inversión en I+D y reforma del sistema electoral estableciendo un porcentaje mínimo para tener presencia en las Cortes, elevar la exigencia educativa y políticas activas de natalidad y familia.
Es paradójico que el debate político esté en cualquier menudencia ruidosa menos en el crecimiento económico. En cómo producimos más, somos más competitivos y creamos más empleo allende la hostelería y restauración. España necesita un modelo económico que priorice la creación de empleos de calidad con salarios altos, impulsado por la innovación y la productividad, en lugar de centrarse en políticas que obstaculizan el crecimiento y el desarrollo económico. Hoy somos un país de salarios bajos, donde la empresa es desprestigiada y perseguida y donde la pyme es vista como una defraudadora nata a la que hay que someter asfixiándola a impuestos y a inspecciones que niegan hasta la imputación de internet.
La sublimación del empleo público ha sido proporcionalmente inversa a la del fomento de las vocaciones empresariales, un elemento clave en la economía digital. Mantenemos la anormalidad de que los jóvenes prefieran trabajar en la Administración antes que crear su propia empresa.
Pero, claro, estos discursos no son atractivos para unos políticos más pendientes del último post en redes sociales que de las necesidades reales de España. Lo mismo ocurre con el déficit público. ¿Cómo es posible que siga engordando sine die al mismo tiempo que los ingresos no lo cubren? El peso y velocidad de la bola de nieve ya es insostenible. Igual que hace unos años se obligó a los ayuntamientos a congelar gastos para lograr la estabilidad presupuestaria, habría que hacer con el Gobierno Central y Autonomías. La frase de Milei fue profética “no hay plata” y cuanto antes nos demos cuenta antes nos pondremos manos a la obra.
Me dice Miguel Robledo, periodista.y consultor de comunicación corporativa
Gestionar el consentimiento de las cookies
Para ofrecer las mejores experiencias, utilizamos tecnologías como las cookies para almacenar y/o acceder a la información del dispositivo. El consentimiento de estas tecnologías nos permitirá procesar datos como el comportamiento de navegación o las identificaciones únicas en este sitio. No consentir o retirar el consentimiento, puede afectar negativamente a ciertas características y funciones.
Funcional
Siempre activo
El almacenamiento o acceso técnico es estrictamente necesario para el propósito legítimo de permitir el uso de un servicio específico explícitamente solicitado por el abonado o usuario, o con el único propósito de llevar a cabo la transmisión de una comunicación a través de una red de comunicaciones electrónicas.
Preferencias
El almacenamiento o acceso técnico es necesario para la finalidad legítima de almacenar preferencias no solicitadas por el abonado o usuario.
Estadísticas
El almacenamiento o acceso técnico que es utilizado exclusivamente con fines estadísticos.El almacenamiento o acceso técnico que se utiliza exclusivamente con fines estadísticos anónimos. Sin un requerimiento, el cumplimiento voluntario por parte de tu proveedor de servicios de Internet, o los registros adicionales de un tercero, la información almacenada o recuperada sólo para este propósito no se puede utilizar para identificarte.
Marketing
El almacenamiento o acceso técnico es necesario para crear perfiles de usuario para enviar publicidad, o para rastrear al usuario en una web o en varias web con fines de marketing similares.