Me dice Mariano Urdiales Viedma, médico patólogo

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FUEGOS EN ESPAÑA, ¿EMERGENCIA CLIMÁTICA Y O INCOMPETENCIA?

Este verano estamos padeciendo una ola de grandes incendios con su tremenda repercusión en el medio ambiente, en la economía y con pérdida de vidas.

Ante esa situación se impone tomar medidas preventivas. Para ello es indispensable hacer una valoración exhaustiva, sin apriorismos, con mente abierta a aceptar todos los factores  que han podido incidir en esta catástrofe, que además se repite anualmente.

Si no se hace un diagnóstico correcto de la situación, no se podrán tomar las medidas oportunas para prevenir estos incendios y evitar si se producen, que  alcancen dimensiones incontrolables.

Comencemos con los incendiarios, en los últimos dos meses, se han detenido a 41 personas y se investigan a otras 127, según datos del Gobierno. Pueden parecer pocos,  pero son demasiados, con el agravante de que cada uno de ellos puede provocar múltiples incendios, además, según el comandante de la Guardia Civil Andrés Socota en su publicación: “Perfil criminológico del incendiario forestal. Estudio empírico basado en la evidencia”, dice: “El incendio forestal es un fenómeno delictivo con una alta incidencia y una tasa de esclarecimiento policial muy bajo”. Es decir, son pocos los casos en los que se identifican y detienen a los pirómanos y en general, los ciudadanos tenemos poca o nula información sobre estos delincuentes, que son la causa directa de un número no despreciable de incendios. En general, desconocemos sus perfiles. La sociedad se pregunta: ¿Tenemos unas penas suficientemente disuasorias para estos criminales?, ¿hay legislación adecuada para que nadie se pueda lucrar con una catástrofe de este tipo?, no se pueden mantener incentivos perversos, que den lugar a que un miembro de una brigada anti incendios provoque un fuego para asegurarse horas extras de trabajo remunerado, algo que ha pasado este año.

¿Cuántos fuegos se han iniciado en un huerto de placas solares?, haciendo esa pregunta en Google, referente a Extremadura, la Inteligencia Artificial, nos dice que se han contabilizado 23 en lo que va de año, sólo en esa región. En ninguna de las grandes cadenas de TV había oído nunca nada de este tipo, no dar datos incómodos es una forma de manipular la información. Mirando un poco en internet, Maldita.es está en la línea de negar esta posibilidad y la Cope, El Debate, La Gaceta, etc,  corroboran  esos incendios. 

Hay un empeño de parte del Gobierno y medios afines en asegurar que la causa principal de los incendios es  el calentamiento global, cambio climático o la emergencia climática. Está claro que los producidos por pirómanos, descuidos humanos y otros tipos de accidentes, objetivamente no se deben al clima y es más, los intencionados, se provocan adrede en los días más calurosos, para dificultar un control rápido. Con relación a culpar al tan manoseado y cuestionado cambio climático, se me ocurre la siguiente pregunta: ¿Por qué en Francia  y en Marruecos, países con los que compartimos fronteras tienen menos fuegos?, ¿el cambio climático es a nivel planetario o sólo ocurre en España y principalmente en las comunidades del PP?, ¿es todo casual?.  Entrando nuevamente en Google y preguntando por las  hectáreas quemadas en 2025 en España, Francia y Marruecos, encontramos que son más de 400.000 en España, a fecha 29 de agosto, unas 17.000 en el país galo y en Marruecos se habla de incendios de cientos de hectáreas. No hay comparación con lo que pasa aquí. Se puede intentar argumentar que Francia tiene menos peligro de desertización que España en general, pero no menos que Galicia, donde los fuegos han sido muy intensos. También se podría argumentar que el desierto marroquí no arde, eso es verdad, pero en todo  el norte de Marruecos hay bosque y abundante vegetación, de hecho compite con nosotros tanto en producción de aceite como en verduras y hortalizas. ¿Qué está pasando?, ¿controlan los franceses y marroquíes mejor sus campos y bosques que nosotros?, ¿es el cambio climático selectivo, dañando de forma especial a España?

La descoordinación es otro dato a tener muy en cuenta, las trabas burocráticas por la complejidad española de tener demasiados niveles administrativos, la política de echar balones fuera, la culpa siempre es del otro, nadie es responsable, todo eso es una vergüenza. Los incendios no saben fronteras entre comunidades. Es impresentable que los bomberos de Béjar no pudieran ayudar en el devastador incendio de Jarilla, desde el primer momento, estando sólo a 15 minutos de distancia, por tratarse de dos “Comunidades Autónomas” diferentes, ¿estamos locos?. Realidad que nos obliga a cuestionarnos su existencia.

El Ejecutivo recurre de forma reiterada a la impresentable frase para mí de: “Si necesitan más recursos que los pidan”, no entrando en argumentar la necesidad de que la ayuda sea automática, ni si el mecanismo de solicitarla es el adecuado, hay una realidad, las víctimas, los perjudicados, todos pagadores de impuestos, sí han solicitado ayuda y todavía hay damnificados del volcán de la Palma viviendo en barracones o en contenedores y ya han pasado más de tres años. ¿Qué ayuda ha llegado a Valencia diez meses después?. Parece haber una prioridad en los gastos para colocar amiguetes, pagar organizaciones afines  y juergas con señoritas, tener el Falcon preparado para trasladar al sr. Sánchez al lujoso palacio de la Mareta o al hotel más caro de Andorra y la todavía más indignante condonación de la Deuda de la desleal Cataluña, depositando esa pesada carga a las espaldas de los sufridos y leales españoles de bien.

Al igual que con la dana, el apagón y ahora con los incendios, este país está enfermo de ideología y de falta de responsabilidad. Por favor señores políticos, déjense de mantras fanatizados, no piensen, no decidan a priori lo que se va a hacer  y no se dediquen sólo a auto justificarse e intentar sacar rédito político con el dolor y la ruina del pueblo español. Busquen a los mejores especialistas y técnicos, no lo politicen todo,  déjenlos trabajar con absoluta libertad y sin presiones, pero sí exigiéndoles responsabilidad en los resultados, óiganlos y después decidan. En cuanto a los votantes, observemos, valoremos con la mayor objetividad posible  y votemos con la cabeza.

Mariano Urdiales Viedma. Médico Patólogo, jubilado. Ubeda

Me dice Antonio Fornés, filósofo

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Barrabás

Aristóteles, el más grande de los filósofos griegos, desvinculó el concepto de democracia del concepto de mayoría numérica. Quizá porque recordaba muy bien que los ciudadanos de Atenas, unos cuantos años antes, habían votado a favor de la ejecución de un inocente: nada menos que Sócrates, el padre del pensamiento griego. Por cierto, conviene siempre recordar que Sócrates fue denunciado por Ánito, uno de los líderes del partido democrático ateniense. Algún lector podrá quizá acusarme, con algo de razón, de anacronismo al poner este ejemplo, por eso traigo a colación una famosa frase de alguien bastante más cercano a nuestros tiempos, Immanuel Kant, quien en su libro “La paz perpetua” escribió que la democracia es la vía que conduce al despotismo. Se podrá estar a favor o en contra de esta afirmación, pero de lo que nadie puede dudar es que Kant es uno de los grandes cerebros de la historia de la humanidad.

¿Por qué les cuento estas cosas? Pues porque Josep Maria Francàs me pide que escriba algo al respecto de cómo blindar la democracia en España. La pregunta, dado el “desbarajuste,” por utilizar un eufemismo bienintencionado, de la situación política española, parece absolutamente pertinente, pero creo sin embargo que aquí, mi buen amigo, por una vez, yerra el tiro. Porque desde luego es urgente arreglar el desbarajuste, pero lo importante, lo realmente importante en la actualidad es reflexionar sobre el modelo político que necesita occidente en general para salir del marasmo en el que nos hallamos inmersos. He citado a Aristóteles y a Kant, pero podría hacerlo perfectamente con Platón o muchos otros porque es fundamental desembarazarnos de ese respeto casi religioso que profesamos a algunas palabras, y en concreto a la de democracia. Ningún sistema político es eterno ni perfecto. Eterno y perfecto sólo es Dios. Los sistemas políticos son siempre coyunturales, y no son un fin en sí mismos sino tan sólo un medio para conseguir el mayor bienestar posible a los ciudadanos de un Estado. Lo que entendemos hoy en día por democracia no tiene demasiado que ver con Grecia, a los griegos lo que les preocupaba en realidad era no caer en la tiranía, y a cambio de eso, podríamos decir que estaban dispuestos hasta a “soportar” la democracia. En realidad,nuestra democracia actual es hija del modelo revolucionario francés, con todas sus luces y sus sombras. Pero la cuestión principal es que la coyuntura económica, social y sobre todo tecnológica sobre la que se construyó el modelo democrático revolucionario ha cambiado de forma total. Seguimos metiendo un papelito en una caja, como aquellos alborotados franceses, pero el nuestro es un mundo virtual de redes sociales en el que las opiniones ganan validez a golpe de “likes” sin importar el peso intelectual de quien emite la opinión o la profundidad de la misma. Nos preocupa la democracia y no nos damos cuenta de que debido al avance, hasta hace poco inimaginable de la tecnología, queda muy poco de aquello que fraguaron Robespierre y sus amigos. La democracia occidental actual es esencialmente una partitocracia oligárquica forjada a golpe de populismo, ruido social e ignorancia. Hasta el punto de que hoy en día, el auténtico ascensor social en occidente no es el conocimiento, ni siquiera el éxito profesional, el auténtico ascensor social es la política, son los partidos políticos plagados de mercenarios iletrados a los que les da lo mismo ocho que ochenta mientras llegue su magnífica nómina a fin de mes. Por eso es acuciante reflexionar sobre esa cuestión y cambiar el modelo. Esto no significa en absoluto ser un antidemócrata, al contrario, pues lo que empieza a estar muy pero que muy lejos de la democracia es nuestro sistema político actual, que sabe muy bien que la masa, en última instancia, siempre votará por salvar a Barrabás. Por eso, y aunque suene a locura, necesitamos que la filosofía vuelva a tener peso, a ser decisiva, pues cualquier cambio político a lo largo de la historia ha venido siempre precedido de un movimiento de pensamiento filosófico previo.

Y mientras reflexionamos, ¿qué más podemos hacer? Pues seguir el impecable consejo que nos dio San Agustín en uno de sus brillantes sermones: “Decís vosotros que los tiempos son malos. Sed vosotros mejores, y los tiempos serán mejores: vosotros sois el tiempo. (…) Pues el mundo se halla como en una almazara: bajo presión. Si sois orujo, seréis expulsados por el sumidero; si sois aceite genuino, permaneceréis en el recipiente. Pero el estar sometido a presión en inevitable.”  

Antonio Fornés, filósofo, escritor.

Pablo Sanz: ‘La UE es un gigante económico pero un enano geopolítico’

Conversación tranquila de @jmfrancas con Pablo Sanz (@PabloSanz07). Profesor de universidad y doctor en derecho’.

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JMF: Acabas de llegar de Vietnam. ¿Cómo ves esa zona del mundo?

PS: Vietnam y en general el Sudeste Asiático, China, etc., viven ahora un momento de esplendor y pujanza. Están apareciendo las clases medias y hay un dinamismo que transmite mucha vitalidad. Estamos ya en un Siglo Asiático, pero en algunos sectores de Occidente no se acaban de dar cuenta.

JMF: ¿Lidera China?

PS: China desde luego, pero el fenómeno es común a lo que se ha dado en llamar el Sur Global, es decir países emergentes que van coordinando y fraguando un orden mundial diferente al diseñado por Occidente, es decir, con instituciones y estrategias fuera del guión fijado por el Norte Global, que es el orden unipolar angloamericano que parece estar agotándose en los últimos años. 

Los BRICS son un síntoma de esta reconfiguración mundial frente a un mundo liderado por Estados Unidos y el G7. Los BRICS se extienden por un tercio de la superficie del planeta y albergan al 45% de la población mundial. El porcentaje de la asociación en el PIB mundial supera el 36%, y es mayor que el del G7 (Francia, EE.UU., Canadá, Japón, Reino Unido, Italia y Alemania), que se sitúa en torno al 30%. 

Recientemente los analistas de Bloomberg sugieren que para 2040 la cuota de los BRICS en el PIB mundial crecerá hasta el 45 %, mientras que la del G7 caerá hasta el 20%. Es decir habrán intercambiado su tamaño relativo entre 2001 y 2040. Esto significa una completa reconfiguración mundial que se transfiere de la esfera económica a la política. Hay que tenerlo muy presente para no quedarnos interpretando el mundo con análisis caducos o esquemas eurocéntricos.

JMF: Pero China y Vietnam, por ejemplo, son países de régimen comunista y eso con la clase media es difícil de casar ¿no?

PS: Ambos países son formalmente comunistas, en sentido de control político. En la práctica han abierto sus economías al mercado desde hace décadas (China desde los 80 con las reformas de Deng Xiaoping, y Vietnam desde los 90 con el Đổi Mới). El crecimiento que han tenido y siguen experimentando no solo hizo ricos a unos pocos, también permitió que millones de personas salieran de la pobreza y entraran en una especie de “clase media” urbana: gente que tiene vivienda propia, acceso a coche, viaja, consume tecnología, manda a sus hijos a la universidad, etc. 

Los gobiernos mantienen el control político (partido único, instituciones centralizadas), pero aceptan que en la parte económica haya mercado y desigualdad controlada, siempre que no ponga en peligro el poder del partido. En otras palabras: la ideología comunista se quedó en el plano político y simbólico, pero en lo económico se practica una mezcla de socialismo con economía de mercado que permite justamente que surja la clase media. Mientras la economía vaya bien, el sistema se legitima.

JMF: Tengo la sensación de que la UE no se entera del poder de los BRICS pero Trump sí…

PS: Efectivamente. La política comercial de Trump responde a esa urgencia porque los pilares que hicieron posible la hegemonía estadounidense están tambaleándose. El América First y el movimiento MAGA son un intento de preservar ese hegemonismo. Los trumpistas lo venden como una rebelión contra la globalización liberal, cuando en realidad fue justamente esa globalización liberal la que permitió que EE.UU. se convirtiera en la potencia dominante a partir del 45 a nivel occidental y ya de forma unipolar y mundial a partir del 91. 

El libre comercio, las cadenas de producción mundializadas y las finanzas globales dieron a Washington el poder de dictar reglas, colocar su dólar como moneda de reserva, sus bonos del Tesoro y así financiar y proyectar su fuerza militar (con un presupuesto equivalente a la suma de los 7 países siguientes). Entonces, quejarse de la globalización como si fuera la perdición es falaz: sin ella, el imperio estadounidense nunca habría alcanzado el nivel de hegemonía que tiene.

Pero Europa se ha quedado en fuera de juego con este viraje de Washington. Ha tenido que asumir un vasallaje demasiado oneroso que prácticamente se remonta al Plan Marshall. No ha sabido construir una política de autonomía estratégica. Ha hecho demasiado seguidismo a Washington desde el 45 y al final se ve muy comprometida por un cambio de reglas en el que no está participando.

La UE parece haber sido subsumida por la OTAN. La foto del otro día en la Casa Blanca, donde se ven a los líderes europeos como alumnos en el despacho del director del colegio fue muy elocuente. Se ha asumido un «eurovasallaje» que tuvo algunas comodidades históricas pero que ahora implica dejar que otros nos dirijan según sus intereses.

Como resultado del acuerdo que Von der Leyen firmó con Trump (en su campo de golf), Europa comprará 750.000 millones en energía a EE. UU. Invertirá 600.000 millones más en su industria militar (contratistas del Pentágono) y abrirá sus mercados sin aranceles a productos norteamericanos. Pero pagará 15% de aranceles por exportar lo suyo.

Los líderes europeos también han tenido que presenciar que Washington y Moscú restablezcan sus relaciones, como se vio en la cumbre de Alaska, y Rusia no ha quedado aislada a pesar de las numerosas rondas de sanciones europeas.

JMF: ¿Qué le falta a la UE?

PS: La UE es un gigante económico pero un enano geopolítico. Tiene demasiados países con intereses distintos, así que no habla con una sola voz en política exterior. En defensa depende totalmente de la OTAN, o sea, de EE.UU., y no tiene ejército europeo propio. En energía y tecnología también va por detrás: compra gas a los norteamericanos y chips a Asia.

Además, Bruselas suele ir a remolque de Washington porque carece de una estrategia geopolítica propia: prefiere “regular” antes que “liderar”. Por eso, aunque quiera ser potencia global, ha terminado subordinada a EE.UU. en seguridad, sanciones y hasta en el rumbo de su diplomacia.

El mismo Draghi ha dicho recientemente que la UE ha evaporado la ilusión de contar en el mundo, y que es un actor marginal y espectador. Ha criticado la irrelevancia de Bruselas en los grandes conflictos y ha reclamado una transformación política de la Unión.

Pienso que también es muy notorio el desprestigio de la clase política europea, tanto la afincada en Bruselas, como la de los principales gobiernos y partidos europeos. No hay estadistas. La mayoría son sujetos muy mediocres y con poca o nula visión de altura histórica. Antes Europa tuvo figuras como De Gaulle, Adenauer, Mitterrand o Kohl, con proyectos definidos y horizonte de largo plazo. Hoy la política europea parece dominada por gestores técnicos, burócratas y líderes más pendientes de encuestas, coaliciones frágiles y equilibrios internos que de marcar un rumbo histórico.

Nos hacen falta estadistas capaces de cooperar con EE.UU. cuando convenga, pero también de decir “no” y defender intereses propios, sobre todo en defensa, energía y tecnología. De Gaulle, por ejemplo, encarnaba la idea de una Europa soberana, no subordinada a nadie. Él defendía la famosa “Europa de las naciones” con autonomía frente a Estados Unidos y la URSS. Incluso sacó a Francia del mando integrado de la OTAN porque no quería que Washington dictara la estrategia francesa. En otras palabras, lo que falta hoy es ese tipo de liderazgo, independencia y visión de futuro, capaz de hacer que Europa decida por sí misma en lugar de aceptar siempre la tutela de EE.UU.

JMF: ¿Líderes? Está Sánchez…

PS: Con Sánchez, España ha seguido estando alineada y subordinada a las directrices que marcan Bruselas y la OTAN, pero sin participar activamente de ellas y hacerse valer para dirigirlas hacia sus intereses directos e inmediatos que tienen que ver con Marruecos y el Estrecho y muy poco o nada que ver con el Báltico o el Mar Negro. 

En economía, depende totalmente del BCE: sin su dinero barato y los fondos europeos, las cuentas públicas estarían mucho más apretadas. En política exterior y defensa, se ha reforzado el seguidismo a la OTAN, siguiendo la línea de Washington en Ucrania y aumentando el gasto militar para contentar a la Alianza. En la práctica, España ha renunciado a jugar con voz propia y se ha convertido en un socio disciplinado. Acata lo que dicta la UE en economía. 

España es un país servicial de intereses ajenos, que no ha dudado en lesionar su propia soberanía y que sigue al pie de la letra la estrategia atlántica que se hace desde Bruselas, Londres y Washington.

Ahora bien, con Feijoo en la Moncloa no cambiará este panorama en absoluto. PSOE y PP juegan al gato y al ratón en Madrid, pero en Bruselas votan casi lo mismo. Allí no hay tanta pelea: cuando se trata de economía, seguridad, OTAN o pactar con Von der Leyen, socialistas y populares van de la mano. De hecho, la Comisión Europea de Von der Leyen (PP europeo) no podría gobernar sin el apoyo de los socialistas, incluidos los eurodiputados del PSOE. Y a la vez, el gobierno de Sánchez en España se sostiene gracias a esa misma Comisión, que reparte fondos y da oxígeno financiero a Sánchez. En Bruselas, PP y PSOE están perfectamente coordinados y acatan la subordinación estratégica, aunque en Madrid se peleen de cara a la galería. Al final, Von der Leyen sostiene a Sánchez y Sánchez sostiene a Von der Leyen.

JMF: China frente a USA. ¿Rusia dónde estará?

PS: Entre China y Estados Unidos, Rusia actúa como un actor que intenta maximizar su independencia y retomar las viejas áreas de influencia rusa. No puede competir con ninguno de los dos de frente, así que busca construir su propio espacio en Eurasia y dentro de bloques como BRICS, la Organización de Cooperación de Shanghái y la Unión Económica Euroasiática, manteniendo relaciones estratégicas flexibles que le permitan negociar sin quedar subordinada.

La UE en los 90 perdió la oportunidad de integrar a Rusia como socio estratégico en energía, transporte e industria, optando por alinearse únicamente con Estados Unidos y priorizar la expansión de la OTAN. Proyectos energéticos y corredores logísticos euroasiáticos fueron bloqueados bajo presión de Washington y Londres, impidiendo la construcción de un eje europeo-eurasiático autónomo que hubiera permitido un orden mundial tripolar (Anglosfera, China y polo Euroasiático)

No perdamos de vista que la UE geográficamente ocupa una pequeña península de Eurasia. Al no generar sinergias con Rusia, Europa se volvió dependiente de la política estadounidense, mientras Moscú buscaba alternativas con China, India, Asia Central y el Sur Global.

JMF: ¿Qué futuro geoestratégico prevés?

PS: En una parte dependerá en gran medida del rumbo económico de Estados Unidos y si Trump tiene éxito en su segundo mandato con esta política comercial que está Implementando. No olvidemos algunos datos claves: la deuda total de Estados Unidos ha superado oficialmente los 37 billones de dólares por primera vez en la historia. Esto eleva la deuda total de Estados Unidos a más de 780.000 millones de dólares desde que se elevó el techo de la deuda tras la firma de la ley «One Big Beautiful Bill Act» el pasado 4 de julio. Para hacernos una idea, esto representa un aumento promedio de más de 22.000 millones de dólares al día. Sólo la semana pasada, el gobierno de Estados Unidos emitió y colocó 724.000 millones de dólares en bonos del Tesoro a través de 10 subastas. Este tema financiero está en el centro de cualquier cuestión geopolítica, geoeconómica y geoestratética.

EE.UU. necesita encontrar una solución a su déficit fiscal y a su déficit comercial, o no podrá competir contra China a medio y largo plazo. Necesita «capturar» totalmente a la UE, hacernos comprar su energía, armas, productos y tecnología sin competencia china, y por supuesto endosarnos la factura ucraniana y quedarse con el control de sus activos minerales, aquellos que no queden bajo el control de Rusia tras la firma de un futurible armisticio. 

No obstante, EE.UU. sigue endeudándose a un ritmo trepidante y China está vendiendo progresivamente bonos del Tesoro estadounidense a razón de 3.000 millones de dólares a la semana aproximadamente. China ya liquida el 50% de su comercio transfronterizo en su moneda, sobre todo con países del Sur Global. Es pronto para hablar de desdolarización pero ya hay algunos indicios o síntomas de que la Pax Americana va poco a poco debilitándose.

Estamos en una fase de transición y por eso hay este alto grado de incertidumbre. Trump quiere rediseñar, reajustar el orden comercial internacional para preservar la hegemonía estadounidense frente al ascenso chino. El sistema Bretton Woods puede dar paso a lo que se ha empezado a llamar «Sistema Turnberry» (por el nombre del campo de golf de Trump en Escocia donde se ha esbozado). Esta es una estrategia de incentivos, en la que el incumplimiento de sus socios comerciales se traduce en el palo de aranceles más altos. La zanahoria, por su parte, es simplemente la oportunidad de vender productos en el mercado más grande del mundo. 

Recomiendo leer la columna que se publicó el 7 de agosto en el New York Times, de Jamieson Greer, Representante Comercial de Estados Unidos, titulada «Por qué rehicimos el orden global». Explica perfectamente la estrategia actual de Estados Unidos. Otra cosa es si tendrá éxito. De momento, como dije antes, Von der Leyen fue al campo de golf de Trump a finales de julio para doblegarse.

EE.UU. nos ha metido varios goles a la UE: un 15% de aranceles, le aseguramos compras de energía y armas, y no nos beneficia en nada a nosotros, al revés, su coste se repercutirá al consumidor y empresas europeas. Y encima tenemos que escuchar a Von der Layen que «va a hacernos más competitivos». Trump será lo que queramos, pero de negocios sabe mucho y además si tiene a ineptos delante gana por goleada.

JMF: Muchas gracias Pablo, un abrazo y seguimos en contacto

PS: Muchas gracias a ti, Josep.

Me dice Guillermo Gortázar, abogado e historiador

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El régimen del 78 no da más de sí: o se reforma o implosiona

En 1876 don Antonio Cánovas del Castillo diseñó un régimen civilista en España adaptado a las circunstancias de la época: había que devolver al ejército a los cuarteles y generar un sistema de turno pacífico entre las dos principales fuerzas políticas, conservadores y liberales.

El régimen de 1876 demostró una gran fortaleza superando la crisis del temprano fallecimiento de Alfonso XII y la pérdida de las colonias en 1898. La nueva monarquía de Alfonso XIII, en 1902, se anunciaba como un periodo de modernización y de adaptación a los nuevos requerimientos democráticos del siglo XX. Ni el Rey ni la tercera generación de los políticos de la Restauración se percataron que la constitución de 1876 había quedado desfasada. Una constitución prensada para una sociedad rural, desmovilizada y preindustrial no servía para hacer frente a los restos del siglo XX, de una sociedad más urbana, industrial y movilizada.

Salvadas las distancias, esto es lo que ha ocurrido en España cien años después. Una constitución pensada para salir de la dictadura en 1975 está demostrando serias deficiencias para articular una representación democrática en la que el ochenta y cinco de los españoles no estemos sometidos a los nacionalistas periféricos ni a la ambición de poder sin límites del presidente del Gobierno.

Cuando un régimen político da señales de agotamiento se alumbran tres salidas posibles: el continuismo, la ruptura o la reforma. Así como hay una herencia caudillista en los presidentes del Gobierno en el concepto del poder (la «unidad de poder y coordinación de funciones» de la Ley Orgánica del Estado de 1967),es interesante observar la repetición de las tres opciones evidentes al final del régimen de Franco en 1975. Entonces, las tres salidas del régimen (continuismo, ruptura o reforma) fueron claras y entraron en el debate político público.

De nuevo en la década de 2020 esas tres opciones están sobre la mesa, aunque todavía no han llegado al debate público la decisión sobre una de ellas. Se ha dado un primer paso. Un desinhibido y podemizado Pedro Sánchez ha permitido visualizar, poner de relieve, un defecto de nuestra democracia que arrastramos desde 1977: un presidencialismo disfrazado de parlamentario, contrario a la división de poderes que consagra la Constitución; un cesarismo invasor de todas las instituciones, del Parlamento y de los órganos regidores de la justicia. Y todo ello agravado por una dependencia política de partidos nacionalistas periféricos.

Una alternativa de gobierno de oposición es esencial en un sistema democrático y en España afortunadamente contamos con ella. El deterioro del sistema es profundo, pero no tiene por qué ser definitivo. Disponemos de una Institución clave: la Corona, prestigiada y ejemplar; de una opinión pública activa y preocupada; de un numeroso grupo de funcionarios del Estado que mantiene amplios márgenes de profesionalidad e independencia; la libertad de expresión no ha sido eliminada y hay algunos límites favorables por nuestra condición de socios de la Unión Europea, como el euro y la vigilancia de los excesos autocráticos.

La opción rupturista es la menos probable: la Constitución es resistente y la Corona es una garantía de estabilidad y unidad nacional. Por si fuera poco, la opción rupturista se vincula a la República y es evidente que sus promotores son poco relevantes en lo que se refiere a influencia social. Nótese que en 1931 la República era demanda por líderes muy influyentes de la intelectualidad y la burguesía: Ortega y Gasset, Azaña, Alcalá Zamora y Miguel Maura. Nada de eso existe hoy en España lo que indica que la actual crisis política es inferior a la de 1931 en lo que se refiere a la amenaza de inestabilidad por un cambio de régimen.

El continuismo del actual estado de cosas es una opción atractiva para los líderes políticos y su cohorte de seguidores. El líder del cambio de una nueva mayoría parlamentaria se residencia en el complejo de la Moncloa y, como si fuera un milagro, el nuevo presidente queda fascinado por el despliegue de poder: director de un periódico decisivo (el BOE), gran elector de todos los cargos del Estado y administrador de un presupuesto de 695.000 millones de euros.

El poder y la burocracia por su propia naturaleza son expansivos. No se produce una renuncia voluntaria de poder, salvo que el presidente-caudillo se vea obligado a ello. La
pregunta por tanto es: si en los próximos años continúa el presidencialismo gubernamental con todas las taras que padecemos desde hace cincuenta años, ¿la crisis política será aún mayor y la opción rupturista terminará apareciendo como solución inevitable en el horizonte?

Queda por último la reforma. La experiencia demuestra que la revolución-ruptura conduce al desastre como padecimos en la Primera y Segunda repúblicas. La experiencia reformista de 1834, la de 1876 y la de 1977 fueron lo mejor que los políticos españoles han alumbrado en la España contemporánea. Si la reforma se abrió paso a partir de 1975, ahora es el momento del diseño de un liderazgo y propuesta reformista sobre la base de la experiencia de lo que ha funcionado bien y lo que precisa cambio: democratización de los partidos, retornar a un sistema de centro, evitar la polarización y sometimiento del ejecutivo a los controles propios de una monarquía parlamentaria.

El reformismo no exige una reforma Constitucional, aunque tampoco hay que descartarla. Se trata de desandar, en una legislatura, los abusos que los presidentes de Gobierno han legislado, en dóciles mayorías parlamentarias, durante casi cincuenta años.
El reformismo consiste en democratizar los partidos políticos, mudar la sede de La Moncloa a un edificio más propio de un Primer Ministro, revertir o reformar las leyes presidencialistas como el Reglamento del Congreso, la Ley de financiación de los partidos políticos, la Ley electoral, una Ley de educación de calidad con libertad de elección de la lengua vehicular, la Ley del Consejo del Poder Judicial, del Tribunal Constitucional, del Tribunal de Cuentas, el Estatuto de TV española, etc. etc. Todo ello es posible y deseable con un gran acuerdo de centro de los dos grandes partidos, pero si no fuera así es el momento de dirigirse a la opinión y recabar un apoyo decisivo de la Nación incluso por medio de un referéndum.

En 1923 la ruptura constitucional por medio de un golpe de estado militar (precisamente lo que había intentado y conseguido evitar Cánovas del Castillo) fue el elemento clave para el destronamiento del Rey Alfonso XIII. Los políticos no fueron capaces de producir un movimiento reformista que actualizara el régimen de 1876.Cien años después, podemos vernos en la misma tesitura por cuanto el descontento “hacia los políticos” abre un camino de perdición.

La percepción de que esto no da más de sí es creciente y se impone aprender del pasado. O se reforma el régimen o implosionará.

Guillermo Gortázar. Abogado e Historiador. Su último libro, otro libro de Historia, es EL CESARISMO PRESIDENCIAL. La irresistible atracción del poder absoluto: de Suárez a Sánchez; Editorial Renacimiento.

Me dice Alba Vila, @albavilalage, periodista

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Empezar por lo básico: reforzar los cimientos de la sociedad

La primera prioridad, ineludible, es la natalidad. España se está quedando sin niños y sin futuro. Los planes de familia se retrasan porque tener hijos se ha convertido en un salto al vacío: sin ser prioridad, sin empleo estable, sin vivienda y con salarios que parecen diseñados para sobrevivir. No hablamos de estadísticas, hablamos de la continuidad misma de la nación.

En paralelo, están nuestros mayores: quienes sostuvieron el país durante décadas y hoy se ven condenados a esperas eternas, residencias saturadas y una soledad que ninguna app paliativa puede arreglar. Una sociedad que presume de modernidad, pero olvida a quienes la hicieron posible, está condenada a convertirse en un espejismo.

Los jóvenes tampoco lo tienen más fácil. Su acceso a la vivienda es una carrera de obstáculos, sueldos bajos y alquileres altos los atan a una adolescencia tardía y forzosa. Hablar de “empleo de calidad” no debería ser un eslogan, sino un compromiso: salarios competitivos, estabilidad real y la posibilidad de ahorrar para construir un proyecto de vida. Les pedimos que estudien, trabajen y formen una familia mientras malviven en alquileres de 40 metros a precio de palacio. Alcobas que les roban su capacidad de ahorro y, por tanto, poder comprarse una vivienda. Un círculo vicioso.

Pero todo esto exige una economía que funcione de verdad. Y eso pasa por reducir impuestos, simplificar la burocracia, eliminar duplicidades y, sobre todo, recordar que el dinero público no es de los políticos, es de los ciudadanos. Deberíamos eliminar de nuestro lenguaje el “dinero público” y empezar a hablar del “dinero del contribuyente”. La política económica debe hacerse con presupuestos base cero, realistas y con visión de futuro.

En el fondo, lo que se pide al gobierno es algo casi revolucionario: una verdadera vocación de servicio público, de defensa de lo obvio. Gobernar no debería ser la oportunidad de servirse del poder, sino la obligación de servir.

Y en este debate no puede olvidarse algo esencial: los valores. Los que nos dieron cohesión, arraigo y sentido. Las raíces cristianas de España no son una cuestión de nostalgia, sino un recordatorio de que sin principios sólidos (familia, dignidad, responsabilidad) todo lo demás se tambalea.

Sin natalidad, sin mayores cuidados, sin jóvenes con oportunidades, sin economía real y sin valores, no hay democracia consolidada posible. Y en ese escenario, corremos el riesgo de repetir los mismos pecados de siempre con una puntualidad religiosa: los de un país que prefiere aparentar modernidad en lugar de afrontar la realidad.

Alba Vila, @albavilalage. Redactora jefe en El Toro TV y la directora y presentadora del programa «Dando Caña«. 

Me dice Enrique Calvet Chambon, presidente fundador de ULIS

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Preparar una reforma de la Constitución para reconstruir la democracia en España

 Evidentemente la pregunta lleva a una situación en que un nuevo Gobierno de España no sería otro Gobierno woke, friki, separatista declarado como el actual. Pero en ese caso, existen dos posibilidades. La primera, harto conocida, es que el Gobierno futuro siga dependiendo de Partidos separatistas de cualquier laya para “gobernar” los temas esenciales, incluso a corto, como los Presupuestos. Eso ha sido la historia de los últimos 35 años, al menos, y, en ese caso, lo que pueda hacer el próximo Gobierno para recuperar la democracia española y la igualdad, libertad y solidaridad es bien poco. Podrá gestionar un poco mejor la coyuntura y más o menos ralentizar el desguace de España, pero con visión histórica será más de lo mismo. No olvidemos que el famoso y supuesto bipartidismo no ha sido tal en España, sino que los Gobiernos han dependido de unos muy minoritarios Partidos separatistas que han impuesto las políticas torales de los Gobiernos “nacionales”. Incluso en raras épocas de mayoría absoluta, los Gobiernos de España se plegaban a las líneas rojas de los separatistas porque preveían necesitar sus votos en la siguiente legislatura. Ese escenario no representa ningún interés. La segunda posibilidad es que el nuevo futuro Gobierno no dependa de Partidos minoritarios separatistas… y decida no depender de ellos en mucho tiempo, si es posible nunca. Nos vamos acercando a algo tan irreal como interesante. En esta tesitura, en teoría, cabrían dos posibilidades. Una que ese Gobierno fuera de salvación nacional con fuerte participación de centro izquierda y centro derecha (e independientes técnicos si acaso), ambos totalmente conscientes de los males estructurales de España. En ese punto el Gobierno tendría como labor fundamental, además de gestionar lo menos mal posible los asuntos corrientes, el preparar una reforma de la Constitución para reconstruir la democracia en España, que deberá ser militante sí o sí, y volver a hacer posible una España de ciudadanos libres, iguales, solidarios y patriotas como en cualquier democracia consolidada de nuestro entorno europeo de más de 30 millones de habitantes. (España no puede gobernarse como una “Mickey mouse country”, por razones prácticas y técnicas evidentes).

Pero volvamos del planeta imaginario y acerquémonos a la realidad, y aceptemos en primer lugar que el centroizquierda ha desaparecido totalmente del panorama político y Partidario español; en segundo lugar el planteamiento subyacente a la pregunta catalizadora inicial, esto es que el Gobierno que venga sea “de derechas” en todo su arco salvo los racisto-reaccionarios del PNV ni los de “junts” por Cataluña. Y, en tercer lugar, sobre todo que el Gobierno no acepte someterse a ningún Partido separatista, ni ahora, ni nunca. Esta condición a mí me parece tan irreal como algunas que explicaba en el párrafo anterior, pero no rehuyamos la pregunta por ello con excusas de mal pagador. El Gobierno que llegue deberá tener el deber de interiorizar, y hacer conocer a los españoles, la emergencia en la que se encuentra la política nacional, la situación de a-democracia institucional (y real), la necesidad de recuperar la noción de bien común y de acabar con la ingobernabilidad. Deberá actuar como un Gobierno de salvación nacional sin serlo, teniendo en cuenta que la inmensa mayoría del voto ilustrado de centro izquierda probablemente haya caído en la abstención y el voto en blanco. Deberá tomar las grandes decisiones estructurales también contando con ellos. Por eso creo que las primeras medidas fundamentales, de cara a los problemas estructurales de la democracia española,  que deberá tomar son: a/ Un cambio en la Ley electoral, el autentico salmer sobre el que apoyar el arco de la recuperación de España como Nación democrática; b/ Unas leyes orgánicas para recuperar el mercado único en España, sin barreras interiores ningunas, y mucho menos las lingüísticas; c/ Una reforma en profundidad del sistema judicial y, paralelamente, del Tribunal Constitucional, que tienen que volver a ser exclusivamente profesionales y no partidisto/creativos y ch/ Una Ley de Educación Nacional digna de ese nombre que prepare a las futuras generaciones sobre bases de verdad, de valores democráticos perdidos como la igualdad y la solidaridad y las obligaciones constitucionales de trabajar por el bien común y un proyecto de convivencia común llamado España.

Puede que a alguien le extrañe que no sugiera ninguna medida económica (salvo la recuperación de la unidad de mercado) pero es que no me he centrado en las medidas de gestión, además de que la política económica será, afortunadamente, vigilada y “orientada” por la UE. Lo que sí deberá hacer el nuevo Gobierno es dejar de mentirle a la UE, en cuanto a su real situación económica, y sobre todo dejar de ocultarle sus gravísimos problemas estructurales en Justicia, Separatismo, Educación, Estado de Derecho, etc… para recabar ayuda.

 En cuanto a las políticas concretas de gestión, en todos los ámbitos son diversas y han quedado expuestas mucho más brillantemente en colaboraciones anteriores en este mismo blog. Sólo pretendía indicar que deberán o deberían someterse a un marco general de recuperación de la democracia y de una posibilidad de volver al bien común de unos ciudadanos libres iguales y solidarios. Gracias, por preguntar.

Coda: Si alguien, interesado por el tema, todavía se pregunta cuáles son los letales problemas estructurales de España, yo me rindo. Así no hay democracia que sobreviva. 

Enrique Calvet Chambon (@EnriqueCalvet), presidente fundador de ULIS y ex eurodiputado.

Me dice Alejandro Macarrón Larumbe. Ingeniero de telecomunicación

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Consejo a España me pide dar Francàs,
que en la vida me he visto en tal aprieto.
Quién soy yo para mejorar la democracia,
si apoyo sin entusiasmo el invento.

A la democracia española le revientan las costuras por demasiados sitios a la vez: corrupción hasta las trancas; incendios devastadores porque no se limpian y cortafuegan los montes, con pocos medios y mala coordinación para apagarlos; algo muy similar, mutatis mutandis, con las letales riadas levantinas: ni prevención, ni respuesta adecuada; un Estado autonómico disfuncional, disgregador y despilfarrador; inmigración descontrolada; natalidad y estabilidad familiar por los suelos desde hace décadas; más de 3,5 millones de parados reales y abultados déficits públicos desde hace 17 años; deuda pública y presión fiscal en la estratosfera; mercado de la vivienda dislocado; congestión creciente de la sanidad pública, con listas de espera disparadas; energía muy cara y con apagones, por fanatismo ecologista y negociazos de BOE por subvenciones verdes; aumento de la inseguridad ciudadana; separación de poderes malherida; enemigos de España que completan la exigua mayoría parlamentaria del gobierno socialista-comunista, a costa del bien común de los españoles; espíritu guerracivilista reavivado por demagogos sin escrúpulos que enfrentan a los españoles por un puñado de votos; etc. ¿Cómo arreglarla?

Soy demócrata al churchilliano modo, esto es, por no ver alternativa estructuralmente mejor en los tiempos que corren. Las dictaduras suaves y fructíferas, como la de Miguel Primo de Rivera -con la que Largo Caballero estaba tan a gusto-, son harto improbables. Las totalitarias, y peor aún si son tan depauperantes y criminales como las comunistas, o tan belicosas y criminales como la nazi, son un horror. Sobre la de Franco -irrepetible-, que combatí de adolescente y en la que, con los años, aprecio una obra descomunal de desarrollo de España con impuestos low cost (19% del PIB en gasto público en 1975, por 45% en 2024) y magníficos gestores técnicos, carecemos legalmente de plena libertad de expresión para realizar un juicio ponderado integral en la actual España dizque democrática (que lo es, ma non troppo). Para empeorar las cosas, las dictaduras no tienen mecanismos pacíficos de remover del poder a malos gobernantes, y no suelen permitir la crítica que avisaría de problemas y podría proponer mejores soluciones que las aplicadas por sus gobiernos.

Incluso la benefactora dictablanda de Don Miguel -quien invitaba a mi abuelo Macarrón y sus compañeros del cuerpo de soldados ferroviarios en su finca de Robledo de Chavela los domingos a desayunar con churros y luego les obsequiaba con un cigarro puro, tras oír misa en su capilla privada, cuando el padre de mi padre hacía la mili en Robledo allá por 1916-1917-, desembocó en una república con excesivo sesgo pro-rojo, mucha violencia y censura de prensa, a la que siguió una guerra civil entre rojos y azules, y luego una dictadura azul. 

Por su parte, la democracia, además del tremendo lastre cortoplacista que implican las elecciones cada pocos años, se basa falazmente en la doble premisa de que el pueblo entiende de los difíciles asuntos de la gobernación -para poder votar con conocimiento de causa-, y de que es honrado y generoso -para votar por el bien común antes que por el propio-. Pero en el pueblo -que es muy heterogéneo- son inmensamente mayoritarios los que no tienen ni idea de lo complejos que son los asuntos sobre los que se debe gobernar, y en él abundan hasta la náusea los que no son ante todo honrados, buenos y benéficos. Por eso nuestra democracia ha podido degenerar en un gigantesco entramado de compraventa de votos, ya sea con dinero del contribuyente y deuda pública, ya sea con demagogia política fratricida (que si los diestros son realmente “ultradiestros” / cuasinazis, que si los varones son malos, que si los empresarios son unos explotadores, que si Madrit ens roba…).

Es más, éramos pocos y parió la abuela millones de nuevos votantes con aún menos idea de la cosa pública española, con las nacionalizaciones masivas de inmigrantes foráneos, muchos de ellos potencialmente partidarios de la sharía y de que Ceuta y Melilla dejen de ser de España. En 2003, el eficiente peluquero peruano que me cortaba el pelo habitualmente en aquellos tiempos, me dijo un día entusiasmado: “me han dado la nacionalidad española. Ya puedo votar”. Siguió hablando, y me dijo que creía que España era una república cuyo presidente era Aznar, y que Ruiz-Gallardón no era del PP. Indignado por que se diese derecho de voto a quienes, como aquel buen y esforzado señor, no saben nada de la política española, le hice un ruego: “por favor, infórmese bien antes de votar, que esto es un asunto muy serio”.

Por lo tanto, más allá de las reformas estructurales que necesita nuestra democracia -y seguramente habría que poner en práctica todas las propuestas de los que han respondido a esta feliz iniciativa veraniega de Francàs, y más-, incluido todo lo razonable para relanzar la natalidad y la estabilidad familiar, y para reordenar los flujos migratorios en función del mercado laboral y la cohesión social de España, y más allá de que yo prefiera que gane el partido X al Y o al Z, ante el aprieto en que me pone Francàs, le respondo a  Don Josep María que para mejorar nuestra democracia es esencial elevar sustancialmente el nivel de cultura política de los españoles, y su nivel de honradez política y de aprecio por el bien común, esto es, su patriotismo. Y esto segundo, más aún que entre el pueblo llano -que también-, entre nuestras élites políticas, intelectuales, mediáticas y del dinero. ¡Casi nada!

Alejandro Macarrón Larumbe
Ingeniero de telecomunicación y consultor de estrategia empresarial
Responsable de estudios y análisis sociales, y coordinador del Observatorio Demográfico, de CEU-CEFAS

Me dice François Meylan, liberal, humanista y asesor financiero

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« Los disturbios de Torre Pacheco deben situarse en un contexto geopolítico. »

La geopolítica suele tener un recuerdo desconcertante…

Tras las «ratonadas» del 12 y 13 de julio en Torre Pacheco, muchos medios de comunicación del norte de Europa publicaron titulares que insinuaban que España se había vuelto repentinamente racista: «Ataques racistas en Torre Pacheco»; «Violencia antiinmigrante»; o «España se enfrenta a la xenofobia».
Sobre el terreno, la realidad parece muy distinta, pero no por ello menos preocupante. Su servidor acaba de pasar dos días allí inspeccionando esta población de la Communidad autonoma de Murcia. Se ha descubierto que los «alborotadores» eran todos extranjeros de Torre Pacheco. Es cierto que se observaron algunos inmigrantes marroquíes del pueblo vecino de La Palma que acudieron a ayudar a sus compatriotas víctimas de las palizas. Aunque todo empezó con una noticia (un jubilado agredido por un joven inmigrante), la manifestación contra la violencia convocada pocos días después por el alcalde Pedro Ángel Roca, del PP, parece haber causado revuelo: «Llamó a la calma al tiempo que solicitaba refuerzos policiales y pidiendo a los inmigrantes que no salieran a la vía pública durante la manifestación. Dio la impresión de estar señalando con el dedo» (1).
Sabemos lo que sucedió después. Uso intensivo de las redes sociales. Inflación de noticias falsas e incitaciones al odio y la violencia. Sin embargo, es evidente que el objetivo en Torre Pacheco es el Estado español en particular, y no solo su política migratoria, que depende esencialmente de Bruselas. Recientemente, Madrid ha tomado decisiones valientes contra los autores de crimenes contra la humanidad tanto en Cisjordania como en Gaza. El gobierno de Pedro Sánchez reiteró su firmeza soberanista al cancelar la renovación de flota española de aviones de combate, lo que enfureció a Estados Unidos, que supuestamente se beneficiaría del megacontrato. Madrid se ha ganado poderosos enemigos tanto al otro lado del Atlántico como en Oriente Medio. La Moncloa está en su punto de mira. Es necesario un recordatorio histórico y geopolítico. El dictador Franco nunca quiso reconocer al Estado de Israel. Al contrario, Marruecos es un aliado incondicional del Estado hebreo y traicionó a todos los países árabes antes y durante la Guerra de los Seis Días (del 5 al 10 de junio de 1967), permitiendo la victoria de Israel. (2) A cambio, el difunto rey Hassan II obtuvo la eliminación física de los opositores políticos de su régimen que se habían exiliado en el extranjero, así como una amplia cooperación en materia de seguridad y tecnología con el Estado hebreo. Todo indica que el heredero aparente, Mohammed VI, está siguiendo el mismo camino e incluso más.
La exposición mediática de estos hechos solo favorece a VOX (cuyos temas predilectos son la lucha contra la inmigración, el orden y la identidad) o sus aliados. Vox, al igual que Rabbat, está del lado del Estado hebreo contra el régimen de los mulás en Teherán y no duda en aliarse con los opositores iraníes más extremistas. Los mismos que son clasificados como organizaciones terroristas tanto por algunas cancillerías occidentales como por Washington. Los dos protagonistas mencionados probablemente no estén relacionados, pero comparten una visión común del mundo que puede resumirse en un apoyo inquebrantable a la política israelí y tienen un enemigo común, el actual gobierno español.
Hoy, Marruecos utiliza los flujos migratorios contra España. Sin embargo, los «alborotadores» del 12 y 13 de julio de 2025 no eran de Torre Pacheco. Usaron el pretexto de una «noticia» para desestabilizar el orden establecido y dañar la imagen de España en el escenario internacional. Lo que está en juego va mucho más allá de los confines de esta modesta ciudad de menos de unos 40.000 habitantes, donde los inmigrantes están bien integrados. Ayer, fue Torre Pacheco… ¿ Mañana, dónde estará ? ¿ Y quién está detrás de la propaganda y las acciones de estos alborotadores y matones ?
¿ Están preparadas las autoridades ? Sin duda, pero probablemente no lo suficiente. Estas son las preguntas clave.

François Meylan,Torre-Pacheco. Nacido en 1970, de nacionalidad suiza y española, con formación académica, ex miembro Fuerzas Aéreas, oficial superior de inteligencia y reservista, ex policía, autor de libros, artículos e informes sobre el crimen organizado y la violencia política (terrorismo) Presidente y fundador de la asociación ‘Catalunya peuple d’ Espagne CPDE’ (@catalunya_d)

1) Nicolas Klein, « Libre Média »;
(2) Hechos confirmados en 2016 por el mayor general Shlomo Gazit, ex jefe de la inteligencia militar israelí.

Me dice José Ramón Ferrandis, licenciado en Ciencias Políticas

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Dicen que la energía eléctrica de origen eólico y solar es barata…

Seguro que usted, lector, tiene esa misma idea. Normal, ya se ocupan de hacérselo creer. Pero es falsa. Les cuento.

El sistema utilizado para hacer creer que la energía eléctrica más barata es la que procede de la solar y la eólica es el llamado “Coste Nivelado de la Electricidad” o CNE, que opera dividiendo el coste total de construir y operar una planta de producción de energía por la cantidad de energía que generará (en teoría, al menos). Esto proporciona un coste por megavatio-hora que permite comparar tecnologías. ¿Está claro, no? No, claro que no. Esto sólo cuenta parte de la historia.

¿Dónde aparecen en este esquema conceptos como fiabilidad, intermitencia, coste de crear nuevas infraestructuras y subsidios que plagan los precios finales? ¿Dónde está aquí la demanda de electricidad? No los busquen, porque no están. Y no están porque si estuvieran, la situación de los precios relativos sería muy otra. Esto se parece demasiado a la completamente desacreditada teoría del valor trabajo de Marx. Las falacias se resisten a morir, y en el caso de los planteamientos intervencionistas, más aún.

El CNE trata todas las electricidades producidas por diferentes sistemas de generación como si fueran iguales, pero no lo son… No vale lo mismo un kilovatio-hora producido de madrugada que uno producido a las 08:00 horas. En la vida real, la demanda es muy distinta y el valor, también.

Por otro lado, las generaciones tradicionales (hidro, gas y carbón) pueden aumentar el suministro de energía cuando más se demanda. Eólica y solar no, pues no depende de ellas, sino del tiempo atmosférico, intrínsicamente variable (y si es de noche, no es que sea variable: es que directamente anula la operatividad de la energía solar). Por tanto, eólica y solar necesitan respaldo, en forma de centrales de ciclo combinado o de inexistentes, carísimas y contaminantes gigantescas baterías que almacenen lo que producen cuando el sol brilla y el viento sopla. Ese gigantesco coste implícito no lo contempla el CNE, pero existe y lo pagamos, vaya que si lo pagamos. Y no se arregla poniendo más molinos y placas, porque el asunto es peor: más respaldo necesitamos y más ineficiente es el sistema.

Además, la energía eólica se instala donde sopla el viento, lo que suele ocurrir lejos de los lugares de consumo, así que hay que construir redes extra de transporte. Eso no lo considera el CNE, pero lo pagamos también, vaya que sí.

¿Recuerda el lector del apagón general en España de 28 de abril de 2025? Ocurrió por un exceso de producción asíncrona (la generada por solar y eólica) que, al carecer de la inercia de los rotores tradicionales (lo cual permite anular pequeñas variaciones de tensión sin problemas), permitió una caída total de la red. Ese es otro grave problema de las “energías renovables”: necesitan equipos especiales para mimetizar la sincronicidad y pasar de corriente continua a alterna. El CNE no lo tiene en cuenta ¿Lo sabía usted, lector? Su bolsillo sí lo sabe.

Bueno, pues cuando se tienen en cuenta todas las variables que inciden en el coste real en red de los procesos de generación eólico y solar (el sistema se llama “Costo Total Nivelado de la Electricidad del Sistema”, o CTNES), aparece la realidad. La realidad de los costes totales de transmisión, almacenamiento, homogeneización y respaldo que necesitan las llamadas “renovables”, lo que al cabo las hace más caras que las tradicionales. De hecho, son mucho más caras, del orden del 200% al 300% más caras. Pueden verlo aquí https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0360544222018035 

No encontrará el lector fácilmente esta información, que permite entender por qué el sector público, empeñado en seguir las pautas de los procesos globalistas, vierte tales cantidades de recursos financieros, normativa asimétrica dañina para con los hidrocarburos y la energía nuclear (que esa es otra, de la que no hablaremos hoy) y determinación de precios favorables a eólica y solar.: lo hace para que parezcan más baratos y el consumidor final trague.

Si realmente fuera una energía eléctrica barata, no necesitaría todo esto, ni precisaría ahogar la energía eléctrica proveniente de fuentes tradicionales (ya saben, impidiendo la extracción de gas y petróleo propios, sobrecargando impositivamente esas fuentes, prohibiendo directamente su uso, volando con explosivos sus instalaciones). Un producto barato no necesita que inclinen el tablero a su favor. En realidad, todo esto es una forma de “socializar los costes” mientras privatizan los beneficios. Los muchos beneficios que se derivan de seguir las pautas del BOE.

En fin. Si el lector quiere acudir a la fuente principal utilizada para elaborar este artículo, la tiene aquí The Ongoing Fiction of Cheap Wind and Solar – Watts Up With That?

Un último comentario. Hemos estado hablando todo el tiempo de energía eléctrica, no de energía. En el ámbito energético general, el papel de la electricidad se reduce enormemente, por lo que conviene situar el asunto en sus justos términos. Es más, en muchos sectores productivos o de transporte, la energía eléctrica no tiene nada que aportar. No es que se más cara, que también, es que ni puede mover máquinas, explotar minas, desplazar barcos o aviones, caldear ámbitos industriales, y antas otras cosas. Y eso pasa porque carece de intensidad. Pero de eso ya hablaremos otro día.

José Ramón Ferrandis. Licenciado en Ciencias Políticas. Técnico Comercial y Economista del Estado. Autor del libro «Crimen de Estado», sobre el llamado «cambio climático”.

Me dice Carlos Puente, Dr. CC Económicas

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Reunión histórica Trump-Putin

Tras la reunión histórica Trump-Putin varios «analistas» han corrido a señalar que no ha sucedido nada relevante.
Se equivocan. La reunión ha tenido lugar en la base de Alaska Elmendorf Richardson, dos grandes militares norteamericanos. Yo diría que la conclusión más importante es el gran bofetón a la UE dirigida por incompetentes y el Reino Unido aunque ya no sea Estado miembro. Han presionado a medio mundo para que aislen a Rusia, que no reciban a su presidente Putin e incluso que le detengan. Pues el presidente más poderoso del mundo le ha recibido con alfombra roja en la tierra que fue Rusia hasta que el Secretario de Estado William H. Seward sugirió su compra en 1867 que el zar accedió por temor a que la pérfida Albion se apoderara.
Hace más de diez años que un presidente ruso no pisaba tierra estadounidense. Los mensajes son claros: Hay que decir al mundo quienes mandan y otros no pueden decirles quién se sienta a la mesa.
Los occidentales, hoy Unidos en un mismo club, han olvidado que impusieron condiciones y firmaron acuerdos sin contar con la víctima. A los españoles hay que recordarles el Tratado de París de 1898 entre España y Estados Unidos, país vencedor en la guerra hispano estadounidense y adoptaron acuerdos sobre Filipinas y su pueblo cuando ya Aguinaldo había proclamado la independencia el 12 de junio. Hay otros casos más recientes pero mientras tanto que se documenten los que dicen que no ha pasado nada.

Dr. Carlos Puente Martín. Economista Abogado y Politólogo. Viena