El 155


 

A una Declaración Unilateral de Independencia en diferido de Puigdemont, el Gobierno, y el PSOE y C’S, han respondido con la aplicación del 155 en diferido. Lo que parecía el recurso último, solo a aplicar en caso de no queda más remedio, la semana pasada pareció la manera más proporcionada y tranquila de responder a lo que cada día supone un pasito más en el íter de la creación de esa llamada República catalana de nuevo cuño.

Para mi la virtualidad del 155 es que, además de haber dado un tiempo a rectificar, solo afecta a los insurrectos y al mismo tiempo es altamente modulable. No sé por qué se ha magnificado tanto esta medida, cuando lo único que hace es dotar al gobierno, previo paso por el Senado, de la facultad de revocar en el mando a personajes que han decidido estar por encima de la ley, que se comprometieron a defender, y a no cumplir con las obligaciones, para las que fueron elegidos.

Desgraciadamente, cuando alguien se empeña en amotinarse y no recula, la opción para hacerle volver a la legalidad siempre pasa por alguna medida impositiva y en general si no hay voluntad de corregirse por parte del sedicioso la medida represiva con el tiempo siempre va a más.

No entiendo nada. Es evidente que responder a Puigdemont aplicando el 155 supone un riesgo pero, ¿qué escenario es peor? ¿Encontrarse con una reacción desmesurada o que la bola crezca tanto que pararla entrañe una violencia peor? ¿Alguien me lo explica?


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