La cosa catalana no es lo que parece. La cosa catalana son miles y miles de catalanes, ciudadanos que viven en Catalunya, que cada mañana, más bien pronto, se levantan y se van a trabajar cada día más lejos. La cosa catalana es que muchos de ellos chupan atasco porque no viven donde trabajan y, en cercanías o en coche, pagando autopista, se dejan media vida para ir a cumplir su obligación y poder, a fin de mes, hacer frente a los gastos de casa, colegios y demás de cualquier ser humano del primer mundo.

La cosa catalana es que unos cuantos, todos ellos viviendo del dinero público, se levantan igual o más tarde, y su único trabajo consiste en hacer volar la imaginación soñando en su Arcadia feliz y en cómo llegar a ella. Muchos son políticos, otros, los que menos, son funcionarios y, los que más, son clase media que se aglomeran en entidades subvencionadas y a los que poco importa el atasco de cada día o los problemas de final de mes dado que solo van a la suya. La cosa catalana es que los que viven de su trabajo sufren por mantenerlo y, los que viven del trabajo de otros, deben justificar su existencia.

No entiendo nada. Las próximas elecciones en España serán las catalanas, ¿será por esto que a falta de ideas para levantar un país, lo más fácil es vender el humo de la independencia? ¿Alguien me lo explica?