Media razonable


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El hecho es que el ministro de Educación, José Ignacio Wert, visto el lío monumental que se ha montado con la cuestión de la exigencia del 6,5 para optar y mantener una beca, esta dispuesto a reconsiderarlo aunque sin volver al anterior 5,5. De sabios es rectificar, sin duda, pero también lo es de asustados.

Todo el mundo sensato estará de acuerdo en que la política de becas, cuyo objetivo es que el que valga y quiera pueda estudiar una determinada carrera, debe basarse en un tope económico, ayudar al que tiene menos de una determinada cantidad y un tope de calificación escolar como manera lo más objetiva posible de medir el aprovechamiento en una determinada carrera. Discutible serán las cifras del tope y, sobre todo, los matices: no es lo mismo estudiar una carrera u otra y tampoco son lo mismo unos ingresos con más o menos hijos.

Cuestión distinta es el modelo educativo y el cacao mental que en cuanto a derechos uno tenga. Si alguien cree que todos tenemos, además del derecho genérico a hacer deporte el de ser olímpicos o el de jugar en primera división, tiene un problema. Si además piensa que tiene el derecho de que el Estado económicamente le sufrague esta gracieta, ya tiene dos problemas o probablemente muchos más.

Si nuestro modelo educativo es la universidad parking, que se ocupe en recoger a todos para que no estén en la calle, probablemente habrá que subir el tope económico y bajar el tope de notas, para que así pululen por nuestras universidades y gratis todos aquellos que quieran. Si nuestro modelo educativo es atender a los deseos de aquellos que quieren e intelectualmente pueden, igual conseguimos una igualdad de oportunidades real y, lo que es mejor, que con los recursos siempre limitados consigamos ayudar a todos aquellos que de verdad lo merezcan.


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