Poco le dura la alegría al pobre (artículo publicado en la contra de La Gaceta el 3 de diciembre de 2009)


Como diría el cronista de tenis: entró, entró. Josep Pedrerol, y con él Intereconomía TV, ha entrado en el Guinness al batir el récord de horas de televisión en directo. Y no sólo lo batió, sino que después del partido aún tuvo arrestos para seguir ante las cámaras cuatro horas más.

No mucho menos que cuatro horas, según hemos sabido en exclusiva por LA GACETA, fue el tiempo que otros invirtieron en promocionar a la competencia espumosa francesa. En plena Barcelona, a unos 50 km de donde el Timbaler del Bruch derrotó a las hordas napoleónicas, en plena Cataluña, el presidente del Barça, Joan Laporta, el de la cantera, el que dicen va a pasar a la política y busca equipo, festejaba la victoria sobre el Madrid con champán francés en vez de cava catalán, en afrancesada juerga.

Muy cerca de él, pasando desapercibido cerca de la barra, se encontraba el que puede ser su delfín, el hombre de las chaquetas chillonas, el economista Xavier Sala i Martín, que se supone movido por la misma euforia, la victoria en el clásico, le acompañó, pero, sujetado por la prudencia, se mantuvo en un discreto posicionamiento.

El mismo Sala i Martín, pero ya en su faceta de catedrático de la Universidad de Columbia, días después de la juerga, en un diario económico, nos deja varias perlas y algún que otro consejo. Entre las perlas destacaré su visión de que “la crisis en España no ha pasado”, y que “ya llevamos dos años y aquí no se ha hecho nada”, y el consejo en un tema muy cacareado pero no menor, la educación. El hombre que viste de colorines, como él mismo se define, sentenciaba que hay que hacer una profunda reforma del sistema educativo, porque el “actual induce exactamente a no tener ideas”, y “hay que enseñar a ser crítico”. Vamos, que hay que profundizar, esto ya lo digo yo, en lo contrario que hace y fomenta nuestro Gobierno, ser críticos y tener ideas.

Porque para el Gobierno de Zapatero ser críticos es cuestionar y poner a caldo sólo lo que dicen la oposición, los observatorios económicos internacionales, los expertos propios y ajenos, etc. Para ellos tener ideas es tener una, siempre la misma, pero repetirla de tal modo que parezca nueva: la Ley de Economía Sostenible. Que es de momento una declaración de intenciones, un cajón de sastre y, me temo, que no es sostenible, sino más bien infumable.

Habría que haberle dicho al presidente de Gobierno el día que la presentó en el Congreso: ¡qué poco dura la alegría en la casa del pobre! No lo digo por el secuestro de los cooperantes españoles días después de liberar el Alakrana, lo digo por presentar la sosterrible ley sin medidas de reforma laboral el mismo día en que nos sacaban los colores los dolorosos datos del paro. Lo que no es sostenible, pero sí terrible, es tener un Gobierno con casi cuatro millones y medio de parados y que intenta convencernos de que el mes de noviembre “sólo” hubo 60.500 nuevos desempleados, en el país económicamente más enfermo de Europa.


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