In dubio pro casta

fa929c1916a54d298305fb9c4f1aac4fEl hecho es que Gallardón, actual Ministro de Justicia, con sus recientes declaraciones ha puesto sobre la mesa la propuesta elaborada por un grupo de expertos de lo que será el nuevo Código Procesal Penal. Por lo que ha trascendido, si las reformas gallardónicas acaban aprobándose, la famosa frase de Guerra de que a ‘España no la reconocerá ni la madre que la parió’ será perfectamente predicable de la justicia pre y post gallardoniana.

No deja de ser curioso, o mejor dicho miserablemente lacerante, que el proyecto que el PSOE de Zapatero tenía en cartera para controlar la justicia vaya a ser resucitado y aprobado por un Gobierno que en teoría obedece a una ideología algo liberal. La politización de la justicia que jueces y fiscales denuncian del proyecto de la nueva Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ) es una anécdota jocosa comparado con lo que supone este último intento de parto intervencionista.

El nuevo proyecto suprime al juez instructor y lo sustituye por un fiscal, dificulta la acusación popular y da al tribunal la capacidad de prohibir la información sobre cualquier proceso con su mordaza jurídica. Dicho de otra manera: El Gobierno a través de la fiscalía, de su obediencia jerárquica, podrá vergonzosamente influir en quién es o no es perseguible por la justicia. La sociedad, a través de la acusación popular, no podrá acusar judicialmente a nadie que descaradamente el Gobierno proteja, y una vez empiece el proceso el tribunal o el fiscal podrán inquisitorialmente silenciar todo lo que acontezca prohibiendo su difusión ¿Cómo llamarías a semejante cacicada?

La medida no importa

ab97a784c65148375abf8d7fa7e10402El hecho es que hoy se ha publicado en diversos medios de comunicación que el gobierno, a través primero del Ministerio de Justicia y según otras fuentes del Ministerio del Interior, iba a prohibir los escraches, los acosos y demás, a partir de la distancia de trescientos metros. A medida que avanzaba la mañana se producían declaraciones de responsables de interior y de justicia que abundaban en la misma línea pero sin especificar la medida.

La verdad es que no acierto a ver la protección policial de los posibles afectados, todo cargos políticos del PP, contando los pasos o con un metro para buscar la distancia salvadora. Intuyo al igual que en las faltas con barrera, profundas y acaloradas discusiones sobre el punto exacto dada la curiosamente poca objetividad de las medidas métricas.

Dejándonos de cachondeo, yo interpreto como ocurrencia esta última genialidad de nuestras autoridades. Es evidente que la coacción y la intimidación a nuestros representantes democráticos, por muy de derechas que sean, es lisa y llanamente un delito y por tanto no es cuestión de metros sino del contenido de la acción. Recientemente una sentencia de la Audiencia Nacional y, hoy mismo, unas declaración del propio Gallardón, ministro del justicia, dejaban bien claro que este tipo de acciones atentatorias están perfectamente contempladas en nuestro código penal y, por tanto exigen sin más la acción de la fiscalía y la actuación de las fuerzas de seguridad. Manifestarse es una cosa y esta perfectamente regulada, intimidar y coaccionar a un diputado es un delito.