Una ley inhumana (tiro de Josep Antoni Duran i Lleida)


No entiendo nada. Ya sé que estamos en fechas navideñas y que, de alguna manera, por los poros nos entran, además de las prisas por «cerrar temas”, la paz propia de la festividad. Como dice el actor Arturo Fernández, son fechas en las que «se aprende que ninguna leña calienta más que el cariño».

Pues bien, soy de los que piensa -y no me importaría quedarme solo pensando así- que estas navidades han helado el Congreso de los Diputados y con el nos han helado a todos. La aprobación de la ley del aborto -me importa un pimiento cómo la han llamado- me deja helado, avergonzado y me da asco la ley y me dan pena los que la han apoyado. No hace falta que siga calificando el estado de ánimo en el que me encuentro. Soy biólogo, y cuando en mi época militante universitario luché contra la pena de muerte, tuve claro que era imposible no estar contra el aborto. He leído esta mañana el artículo de Duran Lleida en La Razón, lo he buscado adrede, pues me habían hablado de él. «¡Olé tus cojones!». Hace falta tenerlos para, desde la política, decir esto y, si no, que se lo pregunten a los responsables del PNV.

No me resisto a citar unos párrafos de este artículo sin ningún comentario. Que cada palo aguante su vela. Quiero simplemente que se difunda.

– El Congreso de los Diputados ha dado su visto bueno a una ley que <cosifica> al todavía no nacido hasta la semana veintidós de su desarrollo; que configura el aborto como un derecho o cuasi derecho en este plazo; que entiende que a los poderes públicos les ha de resultar indiferente la vida del nasciturus , en relación con la que no han de mostrar interés alguno; que la vida del discapacitado no nacido tiene un menor interés que la del aparentemente capaz…

-La defensa de la vida fluye de nuestra propia genética humana y de nuestro sistema de valores. Preservar y proteger la vida tal vez no sea <progre> pero es intrinsecamente progresista, al igual, o más, que pueda serlo la lucha contra la pena de muerte, la solidaridad con el más débil o la defensa de la naturaleza.

-En esta cuestión no sólo se halla en juego el prestigio moral del Estado, sino la dignidad moral del conjunto de nuestra sociedad. Si el proyecto se convierte en ley, nuestra democracia habrá entrado en un invierno gris y nuestra sociedad habrá perdido buena parte de su humanidad.


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