Josep Maria Francàs Porti

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Hoy volverá a ser noticia la justicia. El Tribunal Supremo, que ha asumido la causas de los líderes del ‘procés’ que sufren prisión preventiva por mor de la Audiencia Nacional, puede, en su fase de instrucción, decretar desde mantener la prisión incondicional hasta dejarles libres aunque investigados o encausados hasta que llegue el juicio definitivo. En ambos casos la decisión dará pie a ríos de tinta, dudando de la independencia judicial y poniendo seguramente al Gobierno Central a caer de un burro.

Es evidente que dentro de las muchas carencias de nuestra democracia, partitocracia del duopolio la llaman algunos, la independencia judicial es una de ellas. No solo es que el Fiscal General de Estado se nombrado sin más por el Gobierno, sino que el Consejo General del Poder Judicial, máximo órgano del gobierno de los jueces, esta compuesto por personajes de claro signo político y el propio Tribunal Constitucional obedece a cuotas de partidos políticos. Así es, lisa y llanamente imposible, que la judicatura no tenga cariz político.

No tengo ninguna duda que la inmensa mayoría de jueces y fiscales de España actúan según conciencia y de acuerdo a la ley, pero convendrán conmigo que la excepción, si parte de un diseño legal viciado de origen, debe cuanto antes corregirse.

No entiendo nada. ¿Tanto miedo tienen nuestros dirigentes a los comportamientos de sus colegas políticos que no están dispuestos a dejar de mangonear sobre los jueves? ¿Alguien me lo explica?